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Contaminación lumínica y alzhéimer: ¿cómo afecta a las personas menores de 65 años?

Un nuevo estudio ha revelado una posible relación entre la contaminación lumínica nocturna y un mayor riesgo de desarrollar alzhéimer, particularmente en personas menores de 65 años. Vivir en áreas con alta exposición a la luz artificial durante la noche podría incrementar las probabilidades de padecer esta enfermedad neurodegenerativa, especialmente entre quienes residen en zonas urbanas con una mayor cantidad de fuentes de luz artificial, como farolas, pantallas de dispositivos y anuncios luminosos.

La alta exposición nocturna a la luz y el alzhéimer

El estudio, publicado el 5 de septiembre en Frontiers in Neuroscience, identificó que la contaminación lumínica está asociada con el alzhéimer en personas mayores, pero lo más preocupante es que afecta con mayor intensidad a aquellos menores de 65 años. Este grupo, que históricamente no ha sido el foco principal de estudios sobre la enfermedad de alzhéimer, muestra una vulnerabilidad particular a la luz nocturna. De hecho, la exposición a la luz se destacó como uno de los principales factores de riesgo de Alzheimer de inicio temprano en estas personas, superando incluso otros factores bien conocidos, como el abuso del alcohol, la enfermedad renal, la depresión y la obesidad.

El equipo de investigadores, liderado por el profesor Robin Voigt-Zuwala del Centro Médico de la Universidad de Rush en Chicago, encontró una asociación positiva entre la prevalencia de alzhéimer y la exposición a la luz por la noche en 48 estados de EE. UU. Al comparar mapas de contaminación lumínica con los datos nacionales sobre la incidencia del alzhéimer y sus factores de riesgo, se observó que la luz nocturna en áreas urbanas contribuye al deterioro cognitivo, afectando el desarrollo de la enfermedad de forma más acelerada en personas más jóvenes.

Vulnerabilidad del cerebro joven a la luz nocturna

Una de las conclusiones más sorprendentes del estudio es la sensibilidad del cerebro joven a la exposición nocturna a la luz. Aunque los mecanismos detrás de esta sensibilidad aún no están completamente claros, Voigt-Zuwala y su equipo plantean varias teorías. La genética podría desempeñar un papel importante, particularmente en personas con una predisposición genética a desarrollar alzhéimer de inicio temprano. Este grupo podría ser más vulnerable a los efectos de la luz, ya que la respuesta a factores de estrés biológicos en sus cerebros sería menos eficaz.

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Otra posible explicación es el estilo de vida más urbano y tecnológico de las generaciones más jóvenes. Estas personas tienden a vivir en áreas con altos niveles de luz artificial y suelen tener rutinas que implican el uso de dispositivos electrónicos hasta altas horas de la noche. Los dispositivos que emiten luz azul, como teléfonos, tabletas y computadoras, se sabe que alteran los ritmos circadianos, afectando el sueño y la salud cerebral.

Factores de riesgo modificables y prevención

El hecho de que la contaminación lumínica sea un factor ambiental modificable abre la puerta a estrategias preventivas. Pequeños cambios en el entorno pueden reducir significativamente la exposición a la luz nocturna y, en consecuencia, mitigar el riesgo de desarrollar alzhéimer a edades más tempranas. Según Voigt-Zuwala, “los cambios fáciles de implementar incluyen el uso de cortinas opacas o dormir con máscaras para los ojos”. Estas medidas son especialmente importantes para quienes viven en áreas urbanas donde la contaminación lumínica es más intensa.

Además de las cortinas opacas, los investigadores sugieren limitar la exposición a la luz azul dentro del hogar. Este tipo de luz, emitida por pantallas electrónicas y ciertas bombillas, puede alterar el ciclo de sueño natural del cuerpo. Instalar atenuadores de luz en las habitaciones, evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir y optar por luces cálidas en lugar de luces frías pueden ser estrategias efectivas para proteger la salud cerebral a largo plazo.

Comparación con otros factores de riesgo en personas mayores

Si bien la exposición a la luz nocturna es un factor importante en personas jóvenes, el estudio también mostró que en personas mayores de 65 años, la contaminación lumínica no es tan fuerte como otros factores de riesgo más conocidos, como la diabetes, la hipertensión y el accidente cerebrovascular. Estos resultados sugieren que la luz nocturna puede tener un impacto más perjudicial en el cerebro de las personas más jóvenes, aunque no se descarta que contribuya también al deterioro cognitivo en personas mayores.

No obstante, los investigadores subrayan que ningún otro factor de riesgo superó a la contaminación lumínica entre los menores de 65 años. Esto podría significar que esta población es particularmente susceptible a los efectos adversos de la exposición nocturna a la luz, lo que resalta la importancia de abordar esta cuestión en futuros estudios y políticas de salud pública.

Cambios simples que podrían hacer la diferencia

Si bien la ciencia aún está explorando los mecanismos exactos de cómo la luz nocturna afecta al cerebro, los resultados de este estudio brindan una nueva perspectiva sobre el impacto de la contaminación lumínica en la salud cerebral. Reducir la exposición a la luz artificial durante la noche no solo puede mejorar la calidad del sueño, sino que también puede ser una medida preventiva para disminuir el riesgo de desarrollar alzhéimer en edades más tempranas.

Además de las recomendaciones de usar cortinas opacas y máscaras para dormir, es importante concienciar sobre los efectos de la luz nocturna en la salud. Modificar la iluminación en las áreas urbanas para reducir el exceso de luz, mejorar la educación sobre los hábitos de sueño y la importancia de la oscuridad para el bienestar del cerebro podrían ser pasos clave para prevenir el alzhéimer de inicio temprano.

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