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Historias BeHealth

Seguir adelante con nuevos latidos

Nadie espera tener que sustituir sus latidos por otros nuevos porque ya los propios no marchen bien. Sin embargo, así sucedió para Keishla Vélez 6 años atrás, cuando le diagnosticaron la misma condición cardíaca que había padecido su mamá.

La joven disfrutaba de practicar deportes como voleibol y softbol, en general se mantenía físicamente activa y saludable. Por eso fue un signo de alarma la sensación de fatiga que la invadió de repente un día.

“Fue impactante, no me esperaba esa noticia y menos que me tenían que operar, tenía la esperanza de que fuera suficiente con un marcapasos”, relata Keishla al rememorar sus sensaciones.

Sin miedos en busca de un nuevo corazón

Según cuenta, durante unos cinco meses se mantuvo hospitalizada bajo diferentes tratamientos, pero la solución no era tan sencilla, debía someterse a un trasplante de corazón para lograr continuar con su vida.

Fue incluida entonces en la lista de espera y se aferró a su fe para mantener la paz y serenidad que requería un momento como aquel. Para su sorpresa, el corazón que necesitaba llegó más rápido de lo imaginado:

“Pasó alrededor de una semana desde que me pusieron en la lista y apareció un corazón. Gracias a Dios que me envió ese ángel y ahora puedo dar testimonio, ¡los milagros sí suceden!”, asegura.

Por eso afirma que entró confiada al quirófano, los miedos la habían abandonado después de su larga estancia en el hospital. Pero tuvo dos fortalezas esenciales para sustentarse: su fe y sus seres queridos:

“Mi familia ha sido un elemento clave a través de este proceso, estuvieron siempre conmigo, nunca me dejaron sola; si no fuera por ellos no estuviera hoy aquí hablando”, dice emocionada.

Recuperación y recomienzo

Keishla necesitó unos seis meses para recuperarse y adaptarse a su nuevo corazón, el espacio para volver a guardar emociones y sentimientos, el regalo de amor que recibió.

Así se incorporó paulatinamente a su vida normal. Hubo tiempo para estudiar, graduarse y comenzar a trabajar; incluso, según asevera, para sentir que todo seguía igual, como sucede cuando sin miedo se ha salido victorioso de una gran adversidad.

Ahora disfruta de su familia, en especial de su sobrina, quien es su “motor de vida”. También invierte parte de su tiempo haciendo lo que le gusta: ejercicios, quizás no con la intensidad que antes de la operación, pero sí corre y realiza caminatas.

Todo eso no es tan solo un recomienzo, es la prueba de que gracias a la donación de órganos y con nuevos latidos pudo seguir adelante.

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