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Renuncia silenciosa: ¿Cómo priorizar tu salud mental sin abandonar tu trabajo?

En los últimos años, la “renuncia silenciosa”, conocida en inglés como quiet quitting, ha ganado popularidad como una respuesta a la cultura del sobretrabajo. Este concepto no implica renunciar literalmente a un empleo, sino cumplir con las tareas estrictamente asignadas y no asumir responsabilidades adicionales que no formen parte del puesto. En esencia, se trata de encontrar un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, evitando que las demandas laborales invadan cada aspecto de nuestra rutina.

¿Qué es la renuncia silenciosa?  

La renuncia silenciosa no es dejar de trabajar ni «bajar los brazos». Es simplemente hacer lo que corresponde, sin exceder los límites establecidos por el contrato. Esto implica cumplir con el horario laboral, realizar las tareas asignadas con profesionalismo y mantener un desempeño correcto, pero sin aportar esfuerzos adicionales como trabajar horas extras sin compensación, responder correos fuera del horario laboral o asumir responsabilidades que no corresponden al rol del empleado.

Más allá de ser una “moda”, esta tendencia surge como una reacción al agotamiento que muchas personas sienten tras años de aceptar una cultura laboral que glorifica el exceso de trabajo. La idea de que para ser valorado se debe trabajar más horas, asumir tareas de otros o demostrar un entusiasmo constante está perdiendo fuerza, especialmente entre las nuevas generaciones.

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Priorizar la salud mental frente a la cultura del sobretrabajo  

Trabajar solo dentro de los límites de tus funciones puede ser beneficioso para la salud mental. Al no dedicar más tiempo ni energía del necesario al trabajo, se tiene la oportunidad de invertir en otros aspectos de la vida que son igual de importantes: la familia, los amigos, los hobbies, el descanso e incluso el simple hecho de no hacer nada.  

Esta actitud ayuda a evitar el burnout, un síndrome de agotamiento físico, emocional y mental que afecta a quienes están constantemente sobrecargados de trabajo o sienten que su desempeño nunca es suficiente. El mensaje detrás de la renuncia silenciosa es claro: no se trata de ser “flojo” o indiferente, sino de establecer límites saludables para no sacrificar el bienestar personal por el trabajo.

El impacto en la cultura laboral  

Aunque trabajar de esta manera puede parecer algo razonable, muchas empresas están acostumbradas a que los empleados aporten «algo más» de lo que se les pide. En una cultura laboral tradicional, se espera que los trabajadores se esfuercen constantemente, a menudo fuera de su horario y responsabilidades. Sin embargo, esta expectativa también es la raíz de muchos problemas, como la sobrecarga laboral y el estrés crónico.  

La renuncia silenciosa invita a replantear estas dinámicas. ¿Por qué se considera que cumplir con las tareas asignadas no es suficiente? Este fenómeno también pone en evidencia la necesidad de una cultura laboral más equilibrada, donde se respete el tiempo y la energía de los trabajadores. Las empresas que fomenten un entorno saludable, con horarios razonables, apoyo emocional y respeto por la vida personal de sus empleados, estarán mejor preparadas para evitar el desapego de su equipo.

¿Es para todos?  

Aunque la renuncia silenciosa puede sonar ideal, no todos los trabajadores tienen el mismo margen para implementarla. Aquellos en condiciones laborales precarias, con sueldos bajos o sin seguridad económica, suelen sentirse obligados a asumir cargas adicionales para mantener sus empleos. Por otro lado, quienes tienen cierta estabilidad financiera y mejores condiciones pueden permitirse establecer estos límites sin temer repercusiones inmediatas.  

Esto pone de relieve una realidad incómoda: el quiet quitting no es igualmente accesible para todos. Las personas con menos privilegios, incluidas las que trabajan en sectores más exigentes o precarios, a menudo no tienen la opción de «hacer lo justo» sin arriesgar su estabilidad.

El equilibrio como meta  

La renuncia silenciosa no debería ser vista como una amenaza o un acto de rebeldía, sino como un llamado de atención a la manera en que se percibe el trabajo. Cumplir con las tareas asignadas y respetar los límites establecidos es, en última instancia, una forma de proteger la calidad de vida de los empleados. Esto no significa que no se pueda hacer un esfuerzo adicional cuando sea realmente necesario, pero ese esfuerzo no debería convertirse en la norma ni exigirse constantemente.

Al final, este concepto nos invita a reflexionar: ¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar? En un mundo donde el equilibrio entre el empleo y la vida personal se ha vuelto un lujo, la renuncia silenciosa propone una manera de recuperar la prioridad por el bienestar individual. No se trata de abandonar nuestras responsabilidades, sino de asegurarnos de que no se conviertan en el centro absoluto de nuestra existencia.

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Redacción BeHealth

Grupo multimedios especializado en promover la preservación de la salud física, mental y emocional.

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