La cistitis es una inflamación aguda, subaguda o crónica de la vejiga, generalmente asociada a una infección bacteriana. Con menos frecuencia puede desencadenarse por la ingestión de drogas o moléculas irritantes como productos de higiene íntima o geles espermicidas.
¿Qué es la cistitis?
La inflamación de la vejiga asociada a la cistitis puede ser dolorosa y molesta. Por lo general, no es peligroso para la salud a menos que la infección se extienda a los riñones.
¿Cuáles son las causas de la cistitis?
La cistitis suele estar sostenida por gérmenes que pueblan el último tramo del intestino; en muchos casos la bacteria en cuestión es Escherichia coli. Estos microorganismos pueden llegar a la vejiga desde el exterior a través de la uretra; desde el interior a través de la propagación de los órganos cercanos o por la sangre. Más raramente puede ser sostenida por infecciones virales o por hongos.
Sin embargo, también hay formas de cistitis que no están asociadas con una infección bacteriana. Este es el caso de la cistitis intersticial, una inflamación crónica de la vejiga con causas inexplicables, probablemente de origen multifactorial; cistitis desencadenada por medicamentos; asociada a tratamientos de radiación y por productos químicos.
¿Cuáles son los síntomas de la cistitis?
Los principales síntomas de la cistitis son una necesidad persistente, frecuente y urgente de orinar en pequeñas cantidades y una sensación de ardor al orinar. A esto se añade la presencia de sangre en la orina, dolor o sensación de presión en la zona pélvica, orina opaca e intensamente olorosa y una ligera fiebre.
¿Cómo prevenir la cistitis?
La mejor manera de prevenir la cistitis es beber mucho. Además, es aconsejable regularizar el intestino, seguir el estímulo de la micción y limpiarse siempre con movimientos de adelante hacia atrás para evitar que las bacterias pasen del distrito anal a la uretra, especialmente en el caso de las mujeres.
Además, durante el ciclo menstrual y después de la actividad sexual, deben respetarse e intensificarse las normas de higiene. Es importante evitar el uso de productos irritantes. También debe intentar no retener la orina durante demasiadas horas y vaciar bien la vejiga varias veces al día.
Por último, pero no menos importante, el uso de ropa interior ajustada o de tela sintética o incluso de pantalones ajustados es peligroso no sólo por el sobrecalentamiento de la zona pélvica, sino también por la irritación local que estas prendas pueden causar.
Esto promueve la aparición de molestos trastornos del sistema genital externo (enrojecimiento de la piel, picor y algunas lesiones por rascarse) y, en consecuencia, prepara el terreno para las bacterias.
Diagnóstico
En presencia de los síntomas de la cistitis, el médico puede prescribir análisis de orina y cultivos de orina en primera instancia para comprobar la existencia de bacterias e identificarlas.
Se prescribirán exámenes de segundo nivel basados en el historial médico del paciente a fin de descartar condiciones patológicas preexistentes que puedan hacer que la cistitis sea una consecuencia de ellas.
Tratamientos
Normalmente la cistitis, si se desencadena por una infección bacteriana, puede ser tratada con antibióticos. En términos más generales, el tratamiento más adecuado depende de la causa subyacente de la inflamación.
En el caso de la cistitis bacteriana, la duración del tratamiento varía en función del tipo y la gravedad de la infección y del historial médico del paciente.
El tratamiento de la cistitis intersticial es más complejo y puede implicar el uso de drogas tomadas por vía oral, instiladas o infiltradas en la vejiga, la manipulación de la propia vejiga o la estimulación de ciertos nervios para reducir el dolor o la frecuencia de la micción.
Es importante excluir y luego tratar las condiciones predisponentes básicas que pueden ser la causa de la propia cistitis.
