Pérdida auditiva: controlar exceso de zinc podría ser la solución
La pérdida auditiva, que afecta a una de cada ocho personas mayores de 12 años en los EE. UU., es un problema común con diversas causas, siendo la exposición a ruidos fuertes una de las principales. Un estudio respaldado por los National Institutes of Health (NIH) examina una perspectiva novedosa: la relación entre el exceso de zinc en el oído interno y la pérdida auditiva.
Dirigido por un equipo de la Universidad de Pittsburgh, la investigación se centra en comprender los eventos celulares y moleculares que desencadenan daño en el oído interno debido a sonidos fuertes.
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La cóclea, una cavidad en el oído interno esencial para la audición, se ve afectada por ruidos traumáticos de diversas intensidades. Investigadores observaron el papel del zinc, un mineral esencial, cuyas concentraciones en el oído interno son más altas que en cualquier otro tejido del cuerpo. Se descubrió que, tras la exposición a ruidos fuertes, los niveles de zinc se desregulan en las células ciliadas y otras partes clave de la cóclea, asociándose con daño celular y pérdida de comunicación entre células sensoriales del oído interno.
Los resultados sugieren una posible solución: abordar el exceso de zinc. Tratar ratones con un agente quelante de zinc, que atrapa el exceso libre, protegió contra el daño y la pérdida auditiva inducida por el ruido. Aunque se requiere más investigación para confirmar la efectividad en humanos, esta estrategia podría representar un avance en la prevención de la pérdida de audición. Por ahora, se enfatiza la importancia de la protección auditiva en entornos ruidosos, mientras los investigadores planean realizar estudios preclínicos para evaluar la seguridad de este enfoque de tratamiento.
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5% de la población padece de pérdida de audición
Según la Organización Mundial de Salud, más del 5% de la población mundial (430 millones de personas) padece una pérdida de audición discapacitante y requiere rehabilitación (entre ellos 34 millones de niños). Se estima que para 2050 esa cifra podría superar los 700 millones (una de cada diez personas).
“La pérdida de audición discapacitarte se refiere a una pérdida superior a 35 decibelios (dB) en el oído que oye mejor. Casi el 80% de las personas con este problema viven en países de ingresos bajos y medianos. La prevalencia de la pérdida de audición aumenta con la edad: entre los mayores de 60 años, más del 25% padece una pérdida de audición discapacitante”, OMS
Para ampliar los servicios de atención otológica y audiológica en el mundo solo se necesita una inversión adicional anual de menos de US$ 1,40 por persona. Después de 10 años, el retorno de la inversión sería de casi US$ 16 por cada dólar invertido.
Se dice que alguien sufre pérdida de audición cuando no es capaz de oír tan bien como una persona cuyo sentido del oído es normal, es decir, cuyo umbral de audición en ambos oídos es igual o mejor que 20 dB. La pérdida de audición puede ser leve, moderada, grave o profunda. Puede afectar a uno o ambos oídos y entrañar dificultades para oír una conversación o sonidos fuertes.
Las personas «duras de oído» son personas cuya pérdida de audición es entre leve y grave. Por lo general se comunican mediante la palabra y pueden utilizar como ayuda audífonos, implantes cocleares y otros dispositivos, así como los subtítulos.
Las personas «sordas» suelen padecer una pérdida de audición profunda, lo que significa que oyen muy poco o nada. A menudo se comunican mediante la lengua de signos.
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Causas de la pérdida de audición y la sordera
Según las autoridades en salud, aunque la persona puede verse expuesta a los factores que se indican a continuación en diferentes periodos de su vida, será más susceptible a los efectos de estos durante determinados periodos críticos.
- Período prenatal: Factores genéticos, entre ellos los que provocan pérdida de audición hereditaria y no hereditaria, infecciones intrauterinas, como la rubéola y la infección por citomegalovirus.
- Periodo perinatal: Asfixia perinatal (falta de oxígeno en el momento del parto), hiperbilirrubinemia (ictericia grave en el periodo neonatal), bajo peso al nacer, otras morbilidades perinatales y su tratamiento.
- Infancia y adolescencia: Otitis crónicas (otitis media supurativa crónica), presencia de líquido en el oído (otitis media no supurativa crónica), meningitis y otras infecciones.
- Edad adulta y edad avanzada: Enfermedades crónicas, tabaquismo, otosclerosis, degeneración neurosensorial relacionada con la edad y pérdida de audición neurosensorial repentina.