Me encanta febrero, primero porque cumplo años y segundo, porque se siente el amor en el aire. Sí, es cierto que es un amor comercial y bastante ficticio, porque en realidad el amor no está circunscrito al 14 ni a febrero, pero aún así, por lo menos se manifiesta de alguna manera.
Yo amo el amor, el romántico y todo el resto de sus manifestaciones. Conozco gente que se molesta cuando algún desconocido les dice “mi amor”, y estoy clara en que hay circunstancias en que se puede interpretar como un exceso de confianza. Pero yo no tengo problemas con que me digan “mi amor” porque, reconociendo la violencia verbal de la cual estamos rodeados, la palabra “amor” siempre me va a elevar la vibra.
Dicen que el cerebro no sabe si lo que escucha es realidad o no. Es obvio, que la empleada de esa tienda que sin conocerme me dijo “si necesitas ayudita con algo me dejas saber, mi amor”, ni me conoce, ni yo soy su amor. Pero mi cerebro no sabe eso, y recibe el amor con neuronas abiertas.
Sí, mi idioma del amor es la expresión verbal. Me gusta decirle a los demás “te quiero” y dejarles saber cuánto los aprecio. Pero eso no siempre fue así. En mi hogar, a pesar de que hubo mucho amor, nos criamos con una madre mega sacrificada y trabajadora, pero muy poco expresiva verbal y físicamente. Su idioma del amor era la acción, el hacer lo indecible porque nosotros tuviésemos todo lo necesario para una calidad de vida, aunque le conllevara ella, tener muy poca (ya a los 30 años tenía cinco muchachos).
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Mi padre, por el contrario, era como otro hijo, juguetón y cariñoso, pero no con el mismo sentido de responsabilidad y compromiso que mami. Cada uno expresaba su amor de una manera diferente, y de alguna forma supieron entenderse durante los cincuenta y ocho años que estuvieron casados hasta la muerte de papi.
Cuando hablo de “idiomas del amor” me estoy refiriendo al planteamiento de un consejero matrimonial llamado Gary Chapman. Él escribió en el 1972 un libro el cual tituló “Los 5 idiomas del amor” en el cual planteaba que no todo el mundo habla o expresa el amor de la misma forma. Y estas diferencias pueden llevar a serios problemas, no solo en las relaciones de pareja, sino también en todas nuestras relaciones interpersonales.
Ya mencioné dos “idiomas” del amor, el primero, el verbal, el que consiste en palabras de apoyo o de validación. Quienes hablan este idioma entienden que es importante que les digan que los quieren o aprecian.
Otro que mencioné fue el idioma de la acción. Estas son las personas que tal vez no expresan verbalmente lo que sienten, pero te lo dejan saber a través de hacer cosas por ti y siempre preguntarte, ¿qué necesitas? Y apoyarte con lo que pueden.
El tercero es el de la persona que expresa el amor a través de regalos. Hay gente para quienes los regalos son importantes, tanto recibirlos como darlos. Esa es su forma de expresar amor porque entienden que el regalo es sinónimo de “pensé en ti”.
El cuarto es el tiempo de calidad, aquellos que entienden que la mejor expresión del amor es aquella que incluye dedicarle tiempo a su pareja, familia y seres queridos cercanos. Cuántas quejas hemos escuchado de adultos que sienten que cuando se criaban sus padres “les dieron todo” menos tiempo porque siempre estaban demasiado ocupados.
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Y el quinto idioma es el idioma del contacto físico, de esas personas que son abrazonas, cariñosas, físicamente afectivas. Les gusta serlo con otros y de la misma forma, les gusta que otros lo sean con ellas.
Para mí, lo más importante de conocer los cinco idiomas del amor es, primero, entender que otros pueden amarte mucho, pero tal vez nunca te lo van a expresar como tú quisieras. Y lo segundo, es que también nos toca a nosotros dejarle saber a otros, sin ataques ni reproches, como nos gustaría que nos demostraran el amor. No somos adivinos, y podemos estar años queriendo a alguien y demostrándolo de una forma que esa persona no entiende. Identifica tu idioma o idiomas del amor (puedes tener más de uno), y aplícalo a tus relaciones significativas. Qué mejor manera de celebrar el día y mes del amor.