Lo mejor y lo peor de nosotros…
Como últimamente no he tenido mucho tiempo para leer, estoy escuchando un audiolibro titulado “Cuchillo: meditaciones después de un intento de asesinato” del escritor Salman Rushdie. Y ni es una novela, ni son realmente meditaciones. Es el recuento del intento de asesinato al cual sobrevivió el autor en el 2022, cuando, justo antes de ofrecer una conferencia en Nueva York, un joven musulmán logró subir al escenario y lo acuchilló causándole heridas graves en varias partes del cuerpo y la pérdida de un ojo. Es un milagro que a sus setenta y seis años esté vivo para contarlo.
Pero este no fue el primer atentado contra la vida de Rushdie. Hubo uno en el 1989 cuando otro musulmán extremista trató de detonar una bomba en el hotel en el cual el escritor se estaba hospedando en Londres, destruyendo dos pisos de la estructura. Pero en esta ocasión Rushdie salió ileso. ¿Y qué hizo este hombre para ganarse tanto odio? Todo comenzó en 1988 cuando Rushdie escribió “Los versos satánicos”, novela que muchos musulmanes catalogaron como un ataque irreverente a la figura de Mahoma. El líder supremo de los musulmanes en aquel momento pidió la ejecución de Rushdie e inclusive se ofreció una recompensa a quien lo capturara. Salman Rushdie vivió años escondido y temiendo por su vida.
Lo que jamás imaginó es que treinta y dos años más tarde, alguien iba a intentar asesinarlo de nuevo y casi lograrlo. Rushdie especula que tal vez era un joven buscando notoriedad porque, después de todo, ya la controversia por sus “Versos satánicos” se disipó hace décadas. Pero lo cierto es que este incidente ha transformado su vida. El análisis existencial que el autor hace en “Cuchillo” de cada aspecto de ese día, de lo que sintió, de lo que vivió, y de lo que sigue viviendo, me ha tocado profundamente. Y hubo algo que mencionó que me hizo querer compartir esta historia con ustedes.
Lee también: No te apegues que no es bolero
Tan pronto un guardia de seguridad se llevó al agresor, comenzaron a subir al escenario muchas personas, la mayoría de ellas desconocidas para Rushdie, que intentaban en medio del caos de mantenerlo con vida en lo que llegaban los paramédicos. Aunque admite no recordar todo lo que escuchaba, si pudo, a pesar del trauma físico y emocional que estaba viviendo en aquel momento, guardar en su memoria algunas de las palabras de los que lo rodearon. Hoy reconoce que está vivo gracias a estas personas. Y su gran revelación fue descubrir cómo en cuestión de minutos él experimentó lo peor y lo mejor de la humanidad. Vio lo peor en el odio, el egoísmo, y la soberbia de un hombre que, sin conocerlo, quiso acabar con su vida. Y vio lo mejor en los actos de compasión y generosidad de esos que llegaron a tratar de rescatarlo, sobre todo de ese amigo que se abalanzó sobre el agresor, arriesgando su propia vida, para quitárselo de encima.
Y sí, así vivimos, en un planeta donde encontramos lo peor y lo mejor; la capacidad para gran destrucción y para gran sanación; donde hemos visto generarse tanto odio, y a la misma vez manifestarse el poder del amor incondicional.
No vayamos lejos, como bien dice la Ley de Correspondencia, “como es afuera es adentro y como es adentro es afuera”, no es solo allá afuera “en el mundo” que encontramos el bien y el mal. Ambos están también dentro de nosotros mismos. Por eso es que tenemos que practicar el autoconocimiento, aprender a vivir conectados a nuestras emociones, las positivas y las negativas, para reconocer de dónde vienen. Si las pillamos a tiempo, si podemos reconocer que ese resentimiento se puede transformar en odio, podemos detenernos y negarnos a echarle abono a ese pensamiento/emoción negativa.
Te puede interesar: ¿Me lo pierdo o me lo gozo?
No permitas que lo peor en ti eche raíces, enfócate en germinar compasión, empatía, generosidad y perdón. No te sientas culpable si en algún momento te ha cruzado un pensamiento egoísta o le has deseado mal a otros, es completamente normal que nos ocurra a veces, lo importante es que detengamos ese pensamiento ahí, lo reconozcamos y lo podamos sustituir por un “Te bendigo…y te dejo ir”. Sé siempre lo mejor que puedas ser y estarás creando circunstancias maravillosas para ti y los tuyos.