La realidad del maltrato infantil en Puerto Rico
El maltrato infantil es un tema de preocupación global que afecta a millones de niños en todo el mundo. Las consecuencias de esta dolorosa realidad se extienden más allá de la niñez, dejando cicatrices emocionales y psicológicas que pueden persistir hasta la adultez.
Para profundizar en la comprensión de este problema y explorar las estrategias para prevenirlo y abordarlo, tuvimos el privilegio de conversar con Jessica Contreras, una experimentada trabajadora social dedicada a la protección y el bienestar de los niños y niñas.
En esta entrevista, Jessica compartió su perspectiva única sobre el maltrato infantil, basada en años de experiencia y conocimiento en el campo.
“La legislación en Puerto Rico, específicamente la Ley 246 para la Seguridad, Bienestar y Protección de Menores, establece que el maltrato incluye actos intencionales u omisiones que pueden ser cometidos por padres, madres u otras personas responsables, y que ponen en riesgo la salud física, emocional y mental de los niños y niñas”, compartió la entrevistada.
Esta ley abarca diferentes tipologías de maltrato, como el maltrato físico y la negligencia. Sobre este último, precisó:
“La negligencia abarca diversos aspectos, como la educación, la vivienda y la supervisión emocional. También incluye el abuso sexual”.
La negligencia, la forma de maltrato más común en la isla
Según los perfiles de maltrato infantil y juvenil en Puerto Rico, uno correspondiente al periodo 2012-2016 y otro actualizado para 2018-2022, y estos han mostrado un patrón o tendencia constante.
“En Puerto Rico, la negligencia es la forma de maltrato más frecuente. En primer lugar, se encuentra la negligencia en diversas áreas, seguida por la negligencia emocional, la negligencia en educación y, por último, el maltrato físico”, compartió.
Negligencia emocional, igualmente preocupante
La negligencia emocional, según la especialista, involucra el abuso verbal y demandas excesivas por parte de los padres o tutores hacia los niños y niñas. Ejemplos incluyen descalificaciones como «bruto» o «bruta», lo cual tiene impactos negativos en el desarrollo a corto y largo plazo de la autoestima y la personalidad de los niños.
“Es esencial recordar que los niños y las niñas son sujetos de derechos, merecen respeto y deben ser tratados con amor y dignidad, tal como lo establece la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y la Niña”, recordó Contreras.
Además comentó que, en el perfil de maltrato, se nota que las niñas tienden a ser más vulnerables al maltrato en general, mientras que en el caso del abuso sexual, el 82% de las víctimas son niñas.
Demografía del maltrato infantil en Puerto Rico y sus factores de riesgo
Si consideramos las zonas geográficas, “el maltrato infantojuvenil es más común en Ceiba, seguido por Humacao y Jayuya, donde por cada mil niños y niñas, 31.8 son víctimas de maltrato; en Humacao, esta cifra es de 23.3 por cada mil. En contraste, en Loíza y Florida se reportan las tasas más bajas de maltrato en el año 2021, con 2.3 niños por cada mil en ambas localidades”, compartió.
Para comprender este fenómeno, las trabajadoras sociales exploran los factores de riesgo y de protección.
“Los factores de riesgo son múltiples y es esencial comprender que la presencia de uno no necesariamente resulta en maltrato. El maltrato surge de una interacción compleja de diversos factores. Por ejemplo, el abuso de sustancias en la familia, la falta de adherencia a tratamientos de salud mental, la pobreza, el desempleo y la carencia de servicios comunitarios pueden contribuir”, precisó Jessica Contreras.
Asimismo, la falta de servicios de calidad, como la dificultad de conseguir citas médicas a corto plazo, puede aumentar la ansiedad y el estrés en la familia, lo que a su vez incrementa el riesgo de maltrato.
Otro factor de riesgo significativo es la reproducción de patrones generacionales de maltrato, donde las personas que fueron maltratadas en su infancia a menudo perpetúan ese ciclo. “Este patrón aprendido puede ser un desafío para las familias, ya que muchas veces carecen de acceso a servicios psicológicos para sanar sus traumas y cambiar su perspectiva”.
Impacto de la pandemia del Covid-19 en el maltrato infantil
En 2020, se registraron 4,413 niños y niñas como sobrevivientes de maltrato, tras investigaciones fundamentadas. Sin embargo, en 2021, hubo un aumento significativo, con 5,315 casos. La pandemia ciertamente influyó, ya que muchos niños y niñas permanecieron en casa, sin asistir a la escuela ni a centros médicos debido a la situación del COVID-19. Esto condujo a un aumento en los casos reportados de maltrato.
“Se estima que en Puerto Rico, alrededor de 5,000 niños y niñas son víctimas sobrevivientes de maltrato infantojuvenil anualmente. La tasa es alarmante, con un número considerable por cada mil niños y niñas”, resaltó.
¿Cómo prevenir el maltrato?
La prevención del maltrato es una responsabilidad compartida por toda la comunidad. La Ley 246 atribuye responsabilidades a agencias gubernamentales, organizaciones comunitarias e incluso iglesias.
“Todos tenemos el deber de intervenir si observamos algún tipo de maltrato. Sin embargo, es importante no culpar exclusivamente a las familias, ya que a menudo existe una violencia estructural invisible. Cerrando escuelas, recortando fondos a organizaciones comunitarias y careciendo de servicios de calidad son ejemplos de violencia indirecta que pueden contribuir al maltrato. Fomentar una comunidad organizada, con acceso a servicios, espacios de recreación y apoyo comunitario, puede ser fundamental para prevenir el maltrato desde su raíz”, señaló.
Es esencial que las comunidades tengan accesibilidad a servicios para recibir apoyo. Por ejemplo, en Junco existe la Red por los Derechos de la Niña y la Juventud con un excelente trabajo comunitario. “Estas iniciativas son lo que nuestro país necesita para combatir el maltrato infantil. A medida que mejoremos la calidad y accesibilidad de los servicios, los factores de protección aumentarán y los factores de riesgo disminuirán. Esto tendrá un impacto en el perfil de maltrato”.
“Es fundamental destacar que el maltrato tiene repercusiones que van más allá de lo emocional. El bienestar neurológico y emocional de los niños está en riesgo, lo que subraya la importancia de proporcionar apoyo psicológico a las víctimas”.
¿Cuál es el impacto del maltrato infantil?
En cuanto a las secuelas, el maltrato infantil y juvenil tiene efectos adversos a corto y largo plazo en todas las áreas del desarrollo.
Estructura cerebral
Se han realizado estudios sobre el sistema neurológico, revelando que los traumas por violencia infantil pueden causar cambios en la estructura cerebral. Regiones como la amígdala, responsable del procesamiento emocional, pueden no desarrollarse adecuadamente. El hipocampo, esencial para la memoria y el aprendizaje, también se ve afectado. Los niños que sufren maltrato pueden generar niveles elevados de cortisol, lo que afecta su capacidad para regular y controlar emociones.
Conducta y comportamiento
El estrés tóxico tiene un impacto directo en el aprendizaje y en lo que llamamos las funciones ejecutivas, que regulan la autorregulación, el autocontrol y la memoria de trabajo. Neurológicamente, esto se ve afectado. En términos de comportamiento y consecuencias psicológicas, los niños que experimentan maltrato en la infancia pueden sufrir trastornos de ansiedad, estrés y otros trastornos psiquiátricos a largo plazo. Además, estudios indican que adultos con experiencias adversas en la infancia tienen mayor riesgo de intentos de suicidio en la edad adulta.
Estrés postraumático
Las heridas emocionales pueden ser abrumadoras y difíciles de sanar. La sensación de impotencia y el coraje acumulado pueden generar dificultades en la formación de vínculos saludables y relaciones sociales. El trastorno de estrés postraumático es otra consecuencia, causando un constante estado de miedo y desconfianza debido a experiencias traumáticas pasadas.
En el ámbito del desarrollo socioemocional, los niños víctimas de maltrato pueden manifestar problemas de conducta más pronunciados. También se observa que aquellos que viven en instituciones experimentan problemas de conducta y retraso en su desarrollo en varias áreas.
“La calidad y la accesibilidad de los servicios son cruciales para garantizar el bienestar de todos los niños y niñas, especialmente para aquellos que son sobrevivientes de maltrato. Las dificultades en la obtención de citas pueden ser frustrantes y obstaculizar la ayuda necesaria”, resaltó Contreras.
Por lo tanto, es de suma importancia establecer factores de protección sólidos y minimizar los factores de riesgo para abordar de frente este problema social y de salud pública.