La psoriasis y el desafío de la comprensión emocional
La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel que afecta a millones de personas en todo el mundo. Más allá de sus manifestaciones físicas, esta afección puede tener un impacto emocional profundo en quienes la padecen. Según la Asociación de Psoriasis y Artritis Psoriásica, se estima que aproximadamente el 30% de las personas con psoriasis desarrollan depresión debido a las cargas emocionales asociadas con la enfermedad. Esta cifra ilustra la magnitud del desafío emocional que enfrentan los pacientes.
La Licenciada Lorna Peña, psicóloga especializada en el manejo de las emociones en pacientes con psoriasis, compartió su perspectiva sobre cómo la psoriasis puede afectar profundamente el bienestar emocional de los pacientes.
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Según la Licenciada Peña, el diagnóstico de psoriasis a menudo desencadena una serie de preocupaciones y miedos en los pacientes. El temor al rechazo social y la ansiedad sobre cómo manejar la enfermedad son comunes en esta etapa inicial. La incertidumbre sobre el tratamiento y la posibilidad de recurrencia de los síntomas también contribuyen a este estado emocional.
La experiencia de la psoriasis se divide en etapas emocionales distintas. La primera etapa está marcada por la aparición de los síntomas, lo que genera confusión y preocupación. La segunda etapa llega con el impactante diagnóstico de psoriasis, un momento que desencadena emociones de miedo y frustración. Finalmente, la tercera etapa implica la aceptación del diagnóstico y el enfrentamiento de los desafíos continuos que presenta la enfermedad.
“La parte emocional irá decayendo y debemos trabajarla, porque entonces al tener psoriasis y otro tipo de enfermedad se puede complicar nuestro diagnóstico”, Lcda. Lorna Peña, psicóloga.
Uno de los mayores desafíos emocionales para los pacientes con psoriasis es la imagen corporal. La aparición visible de la enfermedad puede provocar inseguridad y autoestima baja. Muchos pacientes se sienten avergonzados y temen el rechazo social, lo que puede llevar al aislamiento y a una disminución en la calidad de vida.
Además de los desafíos emocionales directos, la psoriasis también puede desencadenar ansiedad y depresión en los pacientes. La preocupación constante por los síntomas, el estrés relacionado con el tratamiento y el impacto en las actividades diarias pueden exacerbar estos trastornos emocionales.
La Licenciada Peña enfatiza la importancia de abordar la salud mental en el manejo de la psoriasis. Recomienda estrategias como la autoaceptación, el fortalecimiento de la autoestima y la búsqueda de actividades que promuevan el bienestar emocional. El apoyo de amigos, familiares y grupos de apoyo también juega un papel crucial en el proceso de adaptación a la enfermedad.
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