La diabetes y las enfermedades cardiovasculares
Las alteraciones de las principales estructuras hormonales suelen repercutir en los pacientes con patología cardiovascular.
Se encuentran los trastornos de la función tiroidea en la arritmología o las patologías hipofisaria y suprarrenal en las formas más resistentes de hipertensión arterial, pero -entre todas ellas- la diabetes desempeña un papel predominante.
De hecho, la diabetes representa el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, pero al mismo tiempo las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte de los pacientes diabéticos.
Se estima que más del 60% de los pacientes diabéticos mayores de 60 años fallecen de enfermedades cardíacas y tienen un riesgo hasta 5 veces mayor de sufrir un ataque cardíaco que la población no diabética. ¿Cómo reducir el riesgo cardiovascular?
Mantener normales los niveles de azúcar en la sangre
Todos los estudios más importantes coinciden en que la exposición a valores elevados de glucosa en la sangre representa un factor de riesgo continuo para el desarrollo de complicaciones microvasculares (retinopatía, nefropatía, neuropatía) y ateroscleróticas (cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, vasculopatía obstructiva de los miembros inferiores).
De ahí la necesidad de intervenir con un control estricto de la glucosa en sangre en todas las formas de diabetes y desde el principio de la enfermedad, con el propósito de interrumpir la secuencia patogenética que con diversos mecanismos conduce de la hiperglucemia a los daños vasculares.
Nadie puede dudar de la necesidad de devolver la glucemia a niveles cercanos a la normalidad, pero este objetivo debe alcanzarse evitando cuidadosamente los episodios hipoglucémicos, que son particularmente peligrosos sobre todo en los sujetos más frágiles, porque son mayores y/o con patologías cardiovasculares ya en curso.
En el tratamiento de la enfermedad no basta con controlar la compensación glucémica con HbA1c solamente, sino que es necesario controlar periódicamente la propia glucemia en casa, durante el día, especialmente en los diabéticos bajo tratamiento de insulina.
Reducir el colesterol LDL siempre es bueno para ti
Los estudios clínicos realizados en diferentes poblaciones han indicado durante mucho tiempo que cuanto más altos sean los valores de colesterol LDL, mayor será el riesgo de eventos cardiovasculares.
El efecto de una terapia de reducción del colesterol con estatinas ha demostrado que el beneficio inducido por las estatinas en cuanto a la reducción del riesgo coronario es en los pacientes diabéticos del mismo orden, si no mayor, que el observado en otros grupos de pacientes; por lo tanto, es obligatorio reducir la concentración plasmática de colesterol LDL por debajo de 100 mg/dL.
Otro peligro más del que hay que cuidarse: la hipertensión
El riesgo ya elevado de morbilidad y mortalidad cardiovascular en los diabéticos aumenta aún más por la concomitancia de la hipertensión. Por otro lado, ahora está claro que el control óptimo de la presión sanguínea reduce considerablemente el riesgo de complicaciones.
La piedra angular de la terapia es cambiar la forma de vida
Todas las intervenciones terapéuticas sobre los diversos factores de riesgo (glucemia, hipertensión, colesterol Ldl), tienen una eficacia relativa si no se aplican cambios en el estilo de vida. Desgraciadamente, hoy en día vivimos en una sociedad en la que prevalece el culto a la comida y la inactividad física. No solo comemos más de lo necesario, sino que comemos mayormente de manera equivocada.
La moda de la comida rápida es la más dañina para nuestra salud. Una vida sana, que nos permita alcanzar un peso ideal, una actividad física modesta pero constante y la eliminación del tabaquismo, serían las mejores terapias para prevenir la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.