La crisis de los servicios de obstetricia en Puerto Rico: una emergencia de salud pública
El acceso a servicios de salud reproductiva en Puerto Rico enfrenta desafíos cada vez más serios. El cierre continuo de salas de parto y la reducción en la cantidad de obstetras han puesto en riesgo la atención de personas gestantes, comprometiendo no solo la calidad del cuidado prenatal y postnatal, sino también la salud pública en general.
En los últimos años, al menos 12 salas de parto han cerrado en la isla, y se prevé que otras tres en el Hospital Pavia de Arecibo sigan el mismo camino, según Metropavia Health System. La institución justificó la decisión señalando la disminución en la tasa de nacimientos, un fenómeno que ha generado preocupación en el gobierno y el sector de la salud.
Además, el Hospital Damas en Ponce también anunció el cierre de su unidad obstétrica tras experimentar una drástica reducción en la cantidad de partos atendidos. Hace una década, la institución recibía más de 1,500 partos anuales, pero en la actualidad la cifra no alcanza los 500. Esta tendencia refleja el declive en la natalidad, la migración de profesionales de la salud y la crisis del sistema hospitalario, lo que limita el acceso a servicios esenciales para personas gestantes.
Según datos del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, el número de nacimientos en la isla ha disminuido en más del 40 % en los últimos 15 años, lo que ha influido en el cierre de unidades obstétricas.
Escasez de personal y servicios de salud materna
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un mínimo de seis parteras por cada 1,000 nacidos vivos. Sin embargo, el informe El Estado de las Matronas en el Mundo 2021 revela una escasez global de 900,000 matronas, lo que impacta la disponibilidad de servicios de salud sexual, reproductiva, materna y neonatal.
Las estadísticas muestran que cada año ocurren 2.4 millones de muertes neonatales y que 1 de cada 5 mujeres da a luz sin asistencia médica adecuada.
Además, 218 millones de jóvenes adultas en el mundo carecen de acceso a métodos anticonceptivos modernos, lo que agrava los riesgos de embarazos no planificados y de alto riesgo. De acuerdo con el Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico, la cantidad de ginecólogos y obstetras activos en la isla ha disminuido en un 30% en la última década, lo que ha generado una mayor carga de trabajo para los especialistas restantes.
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Riesgos asociados a la crisis obstétrica
La falta de acceso a servicios obstétricos adecuados conlleva serios riesgos tanto para las personas gestantes como para sus bebés. Entre las principales consecuencias se incluyen:
- Aumento en la mortalidad materna y neonatal: La falta de atención médica oportuna durante el embarazo y el parto incrementa las probabilidades de complicaciones graves, como hemorragias posparto, preeclampsia y partos prematuros.
- Mayor incidencia de partos no asistidos: Ante el cierre de salas de parto y la escasez de obstetras, más personas optan por dar a luz en sus hogares sin asistencia médica, lo que aumenta el riesgo de complicaciones.
- Desigualdad en el acceso a la salud: Las comunidades rurales enfrentan mayores dificultades para acceder a servicios obstétricos, lo que perpetúa disparidades en la salud materna y neonatal.
- Sobrecarga en hospitales y profesionales de la salud: La reducción del número de obstetras ha provocado un incremento en la carga de trabajo de los especialistas restantes, afectando la calidad del servicio y prolongando los tiempos de espera para consultas y procedimientos.
- Consecuencias psicológicas y emocionales: La incertidumbre sobre la disponibilidad de atención médica genera altos niveles de estrés y ansiedad en personas gestantes, lo que puede afectar el desarrollo del embarazo y aumentar la incidencia de depresión posparto.
Parteras y doulas: una solución ante la crisis
Ante la reducción de servicios obstétricos hospitalarios, el rol de parteras y doulas cobra especial relevancia. En 2021, la Asociación de Parteras de Puerto Rico informó que 196 mujeres recibieron atención de parteras para parir en sus hogares. A pesar de los mitos, las parteras están clínicamente capacitadas y trabajan en colaboración con médicos especialistas en obstetricia. Su labor abarca el cuidado integral durante el embarazo, el parto y el posparto, promoviendo el parto natural y detectando posibles complicaciones.
Las parteras juegan un rol crucial en la promoción del parto natural, además de detectar complicaciones y brindar apoyo en salud y educación, no solo para quien gesta, sino también para la familia y la comunidad. Se ha demostrado que la presencia de una partera en el proceso de parto puede reducir la necesidad de intervenciones médicas y mejorar los resultados de salud materna y neonatal.
Por otro lado, las doulas brindan apoyo físico, emocional y educativo a las personas gestantes, reduciendo la probabilidad de cesáreas, la necesidad de epidurales y la duración del parto.
Además, su presencia disminuye el riesgo de depresión y ansiedad posparto en un 57 %. Según un estudio de 2022, las mujeres que reciben atención de doulas tienen un 52 % menos de probabilidades de tener un parto por cesárea y un 57 % menos de posibilidades de desarrollar depresión o ansiedad posparto.
Consecuencias económicas y de salud pública
El cierre de salas de parto y la fuga de obstetras afectan no solo a las personas gestantes, sino también al sistema de salud en su totalidad. La falta de acceso a atención médica durante el parto incrementa los costos hospitalarios debido a la necesidad de intervenciones de emergencia. Además, el acceso deficiente a anticonceptivos y servicios prenatales contribuye a embarazos de alto riesgo, lo que eleva las complicaciones médicas y la mortalidad materna y neonatal.
Esta crisis obstétrica también impacta la economía de las familias puertorriqueñas. Muchas personas deben trasladarse a otras ciudades o incluso fuera de la isla para recibir atención médica adecuada, incurriendo en costos adicionales de transporte y alojamiento.
La escasez de obstetras en áreas rurales agrava la situación, dejando comunidades enteras sin acceso inmediato a cuidados prenatales y obstétricos, lo que aumenta los riesgos tanto para las personas gestantes como para sus bebés. Según un informe del Centro de Estudios para el Progreso Humano, el 60% de las mujeres en municipios rurales de Puerto Rico tienen que viajar más de una hora para acceder a servicios de salud materna.
La falta de obstetras, la violencia obstétrica y la crisis hospitalaria requieren soluciones inmediatas para garantizar el derecho a un parto seguro y digno en Puerto Rico. La implementación de políticas de salud pública que fortalezcan la atención prenatal y postnatal es esencial para mejorar los indicadores de salud materna y neonatal en la isla.
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