Jóvenes con ictus tendrían mayor riesgo de cáncer, según nuevo estudio
Tener un ictus significa que un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro se ha roto o ha quedado taponado. Cuando esto ocurre, la sangre no llega a una determinada zona del cerebro, de modo que las células nerviosas afectadas no reciben oxígeno y mueren.
En el caso de los pacientes jóvenes que han sufrido un ictus, se sabe que tienen mayor riesgo de ser diagnosticados posteriormente con cáncer. Esto afirma un nuevo estudio presentado por la Dra. Jamie Verhoeven del Radboud University Medical Centre, Países Bajos, en la reciente European Stroke Organisation Conference (ESOC) de 2022.
Según la investigadora, el 10% de los casos de ictus ocurren en personas menores de 50 años. Sin embargo, en las recientes décadas ha habido un aumento de su incidencia en pacientes jóvenes.
«El ictus en los jóvenes difiere del ictus en los pacientes mayores, y una de las principales diferencias es que en los jóvenes tiene una mayor proporción de ictus criptogénico, sin que se encuentre una causa clara en más de un tercio de los pacientes», compartió.
El estudio evidenció entonces que la incidencia acumulada de cualquier tipo de cáncer a los diez años fue de 3,7% en el grupo más joven y de 8,5% en el grupo de mayor edad. Además, que el riesgo de cáncer era mayor en el grupo de edad más joven que en la población general.
Asimismo, según los resultados obtenidos, en este grupo de edad, el riesgo a un año de cualquier cáncer nuevo fue 2,6 veces mayor y 5,4 veces después de una hemorragia intracerebral que para sus pares de la población general.
«Los pacientes más jóvenes tienen un mayor riesgo de cáncer que los pacientes mayores, y este aumento es más evidente en los primeros uno a dos años después del ictus, pero sigue siendo estadísticamente significativo hasta cinco a ocho años después», dijo la Dra. Verhoeven.
Por otro lado, los tumores malignos que estuvieron más involucrados en este aumento de riesgo fueron los de las vías respiratorias bajas, los hematológicos y los gastrointestinales.
Fuente: Medscape