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Cardiovasculares

Infarto cardíaco: reconócelo y actúa con rapidez

El infarto de miocardio consiste en la muerte de ciertas células del corazón que ya no reciben alimento (sangre y oxígeno) debido a la oclusión de las arterias coronarias. Las coronarias son las arterias que envuelven el corazón y son responsables de su nutrición. Cuando una de ellas se ocluye, debido a la ruptura de una placa aterosclerótica que se vierte en el lumen de la arteria causando su oclusión, las células del corazón comienzan a sufrir y después de unas 6 horas mueren. El sufrimiento de las células del miocardio se llama angina de pecho.

La reapertura de la arteria antes de la muerte de estas células evitará el ataque al corazón. En particular, si se reabre la arteria coronaria en los primeros 90 minutos de la oclusión, es probable que ninguna célula muera, por lo que es muy importante intervenir rápidamente y la primera hora después de la aparición de la angina de pecho se denomina «hora dorada». Si, por el contrario, se interviene después de 6 horas, es probable que todas las células ya estén muertas y la reapertura de la arteria coronaria no produzca ningún beneficio.

¿Cuáles son los factores de riesgo de los ataques cardíacos?

Hay muchos factores que aumentan el riesgo de sufrir un ataque cardíaco: la vejez, la contaminación, enfermedades como la hipertensión y la diabetes, el tabaquismo, la obesidad y el sobrepeso, el estrés, el sedentarismo y mucho más.

Algunos de estos factores no se pueden modificar, como la edad, el sexo (los hombres corren más riesgo; las mujeres corren más riesgo después de la menopausia), la familiaridad y la contaminación. Sin embargo, otros pueden evitarse. En particular, es necesario:

  • Mantenerse bajo control con terapias apropiadas para enfermedades como la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertensión y la hiperuricemia.
  • Seguir una dieta rica en productos vegetales, como frutas, verduras, cereales, frutos secos y legumbres (estas últimas, en particular, esenciales como fuente de proteínas), y baja en grasas animales (carne, embutidos, queso).
  • Dejar de fumar
  • Perder peso si se tiene sobrepeso o se es obeso
  • Hacer más actividad física si lleva una vida sedentaria: media hora todos los días o una hora cada dos días (pero no más raramente) de actividad moderada, como una caminata rápida (tal vez cuesta arriba), carreras ligeras, ciclismo o natación. Debe ser una actividad acorde con las capacidades y la edad de cada persona; el concepto de actividad moderada radica en poder hablar con la persona que está a su lado (de lo contrario, puede definirse como actividad intensa), pero al final de esta actividad hay que estar cansado.

Los factores de riesgo actúan de forma sinérgica y exponencial; los que solo tienen un factor de riesgo corren un riesgo limitado, pero cuantos más factores de riesgo se tengan, mayor será el riesgo de sufrir un ataque al corazón.

Por un lado, la prevención juega un papel fundamental, pero es igualmente importante poder reconocer los signos de un infarto para poder actuar a tiempo.

Señales para reconocer el ataque al corazón

El dolor anginal, que si se prolonga puede provocar un infarto, consiste en una sensación de opresión o coacción, como si tuviera un peso o un tornillo de banco dentro del pecho. A menudo este síntoma se irradia a uno o ambos brazos, la mandíbula, el estómago o la espalda, entre los omóplatos.

A veces ni siquiera se presenta el dolor en el pecho, por lo que es difícil distinguir un ataque cardíaco de un dolor trivial de estómago o de espalda. A veces el trastorno mencionado se asocia con náuseas, falta de aliento, mareos o desmayos.

Señales para reconocer el ataque al corazón
El dolor anginal, que si se prolonga puede provocar un infarto, consiste en una sensación de opresión o coacción, como si tuviera un peso o un tornillo de banco dentro del pecho. A menudo este síntoma se irradia a uno o ambos brazos, la mandíbula, el estómago o la espalda, entre los omóplatos. A veces ni siquiera se presenta el dolor en el pecho, por lo que es difícil distinguir un ataque cardíaco de un dolor trivial de estómago o de espalda. A veces el trastorno mencionado se asocia con náuseas, falta de aliento, mareos o desmayos.

Ataque al corazón: la primera regla es llamar a urgencias

Cuando se produce uno de estos trastornos, lo primero que hay que hacer es llamar a urgencias y no tomar medidas personales. El personal de la ambulancia suele ayudar al paciente iniciando un tratamiento eficaz en el lugar. Pueden manejar incluso las complicaciones más peligrosas, como la fibrilación ventricular, que provoca un paro cardíaco (que es bastante raro, pero mortal si no se está en presencia de personal capacitado y equipos como un desfibrilador).

El personal de la ambulancia también realiza un electrocardiograma y lo envía al hospital más cercano para informar al cardiólogo de guardia sobre la situación del paciente.

De esta manera, cuando el paciente llegue al hospital, encontrará la Sala de Hemodinámica ya equipada y el personal listo para realizar una exploración coronaria, que es el examen que permite que la coronaria se reabra instantáneamente interrumpiendo esa cadena de eventos que lleva a la muerte de las células.

El tratamiento del infarto de miocardio consiste, en efecto, en introducir en la arteria ocluida un balón que, inflado en el punto de oclusión, reabre la arteria coronaria desplazando todo el material que la ha ocluido contra las paredes y, por lo tanto, en colocar un stent, una pequeña malla metálica que mantiene la arteria coronaria abierta a la fuerza.

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