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Guía práctica para comprender el crecimiento infantil

El desarrollo infantil es un viaje extraordinario y a menudo complejo, lleno de momentos significativos y desafíos únicos. Entender cada etapa de este proceso no solo permite a los padres y cuidadores acompañar mejor a sus hijos, sino que también ofrece la posibilidad de identificar de manera temprana cualquier desviación que pudiera requerir atención profesional.

Es crucial destacar que «el desarrollo de los niños sigue un promedio general», lo que significa que «la mayoría de los niños alcanzarán estas metas de desarrollo en el tiempo esperado». Sin embargo, es igualmente importante recordar que «hay algunos niños que pueden adelantarse en ciertas áreas, lo cual no es motivo de preocupación». Por otro lado, si notan que su hijo no está cumpliendo con alguna de estas metas, «es importante llevarlo al pediatra para una evaluación adecuada».

Aquí te compartimos detalladamente cada una de las etapas clave del desarrollo infantil desde los dos meses hasta los cinco años. Este recorrido, de la mano de la Dra. Valerie Molina,
Pediatra en Entrenamiento del Hospital Pediátrico Universitario,
no solo proporcionará una guía práctica, sino que también ayudará a los padres a sentirse más seguros y preparados para cada fase del crecimiento de sus hijos.

Desarrollo a los dos meses

Comenzando con el desarrollo a los dos meses, esta etapa marca el inicio de una mayor conciencia del entorno por parte del bebé. «Generalmente, en esta etapa, el bebé empieza a notar más su entorno y a reconocer a sus cuidadores». Es común que «comience a tener contacto visual», mostrando un interés creciente en las caras y sonriendo a sus padres. Esta sonrisa, aunque pequeña, es un signo temprano de reconocimiento y conexión. Además, «si colocamos al bebé boca abajo, es probable que ya pueda levantar la cabeza ligeramente». Este es un logro importante, ya que demuestra el fortalecimiento de los músculos del cuello y la primera fase de control de la cabeza, esencial para futuros desarrollos motores.

En esta etapa, es esencial para los padres y cuidadores proporcionar un entorno seguro y estimulante. Las interacciones cara a cara, hablarle al bebé y responder a sus primeros balbuceos son fundamentales para fomentar tanto el desarrollo social como el cognitivo.

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Desarrollo a los cuatro meses

Al llegar a los cuatro meses, los bebés comienzan a desarrollar una mayor interacción social y habilidades motoras más avanzadas. «El bebé comienza a sonreír espontáneamente, no solo cuando alguien le hace gracia, sino también como una respuesta natural a su entorno.» Este comportamiento indica un avance en la capacidad de relación social y la habilidad de reaccionar a estímulos positivos. Además, en esta etapa, «emite sonidos más prolongados y disfruta interactuar con su entorno y con las personas a su alrededor.» Esta es una señal de que el bebé está explorando activamente su capacidad vocal, un precursor del lenguaje.

En el aspecto motor, «el bebé ya puede mantener la cabeza erguida sin necesidad de soporte.» Cuando se coloca boca abajo, «no solo levanta la cabeza, sino también los hombros, apoyándose en sus brazos.» Este fortalecimiento del torso superior es clave para las etapas posteriores del desarrollo motor, como sentarse y gatear. Si colocamos un juguete frente a él, «intentará estirar sus brazos para alcanzarlo,» lo que demuestra un creciente interés en explorar su entorno y en mejorar su coordinación ojo-mano.

Desarrollo a los seis meses

A los seis meses, el bebé experimenta un avance significativo en su desarrollo cognitivo y motor. «El bebé empieza a reconocer caras familiares y a balbucear,» combinando sonidos de consonantes y vocales como ‘mamá’ o ‘papá’. Aunque estos sonidos emocionan a los padres, «es importante recordar que, en esta etapa, el bebé las repite más como un ejercicio de estimulación que con intención específica.» Este balbuceo es un paso crucial hacia el desarrollo del lenguaje.

Además, «a esta edad, el bebé comienza a pasar objetos de una mano a otra,» lo que muestra un refinamiento en sus habilidades motoras finas. «También comienza a darse vueltas de boca abajo a boca arriba,» lo que indica un fortalecimiento significativo de los músculos centrales. Este movimiento no solo es un signo de desarrollo físico, sino también de curiosidad y deseo de explorar su entorno. «El bebé también empieza a llevarse cosas a la boca,» lo cual es una forma natural de explorar y aprender sobre los objetos a través del sentido del gusto y el tacto.

Desarrollo a los nueve meses

El desarrollo a los nueve meses es una etapa fascinante, donde el bebé muestra un mayor entendimiento de su entorno social y mejora sus habilidades motoras. «El bebé ya reconoce a personas desconocidas y puede llorar si alguien extraño se le acerca,» mostrando así su comprensión de quiénes son familiares y quiénes no. Este comportamiento refleja el desarrollo de la ansiedad ante los extraños, un hito importante en la formación de vínculos seguros con los cuidadores principales.

En cuanto a la comunicación, «entiende el significado de ‘no’, y comienza a señalar objetos que le interesan, mostrando que los quiere.» Este acto de señalar no solo es una forma de comunicación, sino también un signo de que el bebé está desarrollando una comprensión básica de la causa y el efecto. 

En el aspecto motor, «es capaz de pararse con apoyo; si lo sostenemos, puede mantenerse de pie.» Este es un indicador clave de que el bebé está comenzando a prepararse para caminar. Además, «empieza a gatear y a sentarse sin necesidad de apoyo.» La capacidad de sentarse sin apoyo es un gran logro, ya que proporciona una nueva perspectiva desde la cual el bebé puede explorar su entorno y mejorar su coordinación y equilibrio.

Desarrollo al primer año

Cumplir el primer año de vida es un hito monumental tanto para el bebé como para los padres. «El bebé muestra una mayor conciencia de su entorno social.» En esta etapa, «en lugar de llorar cuando un extraño se le acerca, lo hace si papá o mamá se alejan», lo que indica un desarrollo en la comprensión de la permanencia del objeto y la vinculación emocional con sus cuidadores.

El desarrollo motor también da un gran salto. «El bebé comienza a sostenerse de los muebles para pararse y moverse de un lado a otro, manteniendo siempre el apoyo de alguna superficie.» Este comportamiento, conocido como ‘cruising’, es un precursor directo de caminar. Aunque algunos niños ya pueden estar caminando al cumplir un año, «según la Guía de Pediatría, no es preocupante si aún no lo hacen.» El caminar es una habilidad que se desarrolla a ritmos diferentes en cada niño.

En términos de comunicación, «el bebé también comienza a jugar a esconder la carita,» un juego simple que refuerza la comprensión de la permanencia del objeto y fomenta la interacción social. «Intentan repetir palabras, pueden seguir instrucciones sencillas y ya dicen ‘mamá’ y ‘papá’ con la intención de referirse específicamente a sus padres.» Estos avances en la comunicación son signos de un desarrollo cognitivo y social saludable.

Desarrollo a los 15 meses

A los 15 meses, los niños comienzan a mostrar más rasgos de personalidad y autonomía. «Los niños empiezan a aplaudir cuando están emocionados,» un comportamiento que refleja su creciente capacidad para expresar emociones y su deseo de interactuar con otros. En esta etapa, «dicen una o dos palabras adicionales a ‘mamá’ y ‘papá'», lo que marca el inicio de un vocabulario más amplio y variado.

Desde el punto de vista motor, «generalmente comienzan a dar sus primeros pasos solos.» Este es uno de los hitos más esperados por los padres, ya que simboliza el comienzo de la independencia física. Además, «empiezan a alimentarse usando sus deditos, llevando la comida a la boca por sí mismos,» lo que no solo refuerza la motricidad fina, sino que también fomenta la autonomía en la alimentación.

Desarrollo a los 18 meses

A los 18 meses, el carácter del niño se define con mayor claridad, y con ello, pueden surgir los primeros desafíos emocionales. «El niño ya tiene un carácter más definido y puede comenzar a tener esas famosas ‘rabietas’ o episodios de molestia.» Estas rabietas son una manifestación de la frustración del niño cuando no puede expresar lo que siente o cuando sus deseos no son satisfechos de inmediato. En esta etapa, «muestra afecto hacia las personas, tira besitos, dice ‘no’ y sacude la cabeza para expresar su negativa.» Estas son las primeras formas en las que el niño empieza a establecer límites y a expresar sus preferencias.

Además, «si le damos una crayola, empezará a hacer garabatos.» Estos primeros intentos de dibujo no solo son un paso hacia la creatividad, sino también una forma de mejorar la coordinación mano-ojo y las habilidades motoras finas. En cuanto al desarrollo motor grueso, «ya camina con buen equilibrio y es capaz de tomar de una taza por sí mismo.» Esta combinación de habilidades demuestra un control cada vez mayor sobre su cuerpo y sus movimientos.

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Desarrollo a los dos años

Al llegar a los dos años, el niño entra en una etapa de gran independencia, conocida comúnmente como los «terribles dos». «Los niños comienzan a mostrar una mayor independencia y, a menudo, reaccionan con frustración si no consiguen lo que quieren,» lo que puede llevar a llantos o a que se tiren al suelo en protesta. Esta es una fase crucial para el establecimiento de límites y la  enseñanza de la autorregulación.

Desde el punto de vista cognitivo, «ya saben los nombres de las partes del cuerpo, pueden patear y lanzar una pelota, y corren con mayor habilidad.» Estas habilidades reflejan una mayor coordinación y un mayor control sobre su cuerpo. Además, esta etapa está marcada por un rápido desarrollo del lenguaje, donde «comienzan a formar frases de dos o más palabras,» lo que permite una comunicación más efectiva con quienes les rodean.

Esta es también una etapa donde los niños «están descubriendo el mundo a su alrededor,» lo que requiere de una constante supervisión por parte de los padres y cuidadores para garantizar su seguridad mientras exploran su entorno con una curiosidad insaciable.

Desarrollo a los tres años

A los tres años, el niño experimenta un desarrollo significativo en su capacidad de expresión y en sus habilidades motoras. «Un niño que ya expresa sus emociones se viste y se desviste solo,» lo que refleja un avance considerable en su independencia diaria. Además, «puede dibujar un círculo,» lo cual es un indicador de una mayor coordinación motora y cognitiva. 

En términos de comunicación, «cuando él habla, las personas a su alrededor pueden entender bastante lo que dice.» Este es un indicador de un desarrollo saludable del lenguaje, donde el niño no solo amplía su vocabulario, sino que también mejora su pronunciación y gramática. «Es capaz de armar rompecabezas de 3 a 4 piezas y pedalear un triciclo,» lo que demuestra un creciente dominio de las habilidades motoras finas y gruesas.

Desarrollo a los cuatro años

A los cuatro años, el desarrollo social y emocional del niño comienza a florecer. «Es un niño que ya es más sociable, empieza a jugar con sus amigos y disfruta estar con ellos.» Este comportamiento refleja un mayor interés en las relaciones sociales y en el juego colaborativo. «Es más creativo con su imaginación,» comenzando a inventar historias y juegos de roles, lo que no solo es una señal de creatividad, sino también de un desarrollo cognitivo avanzado.

En esta etapa, el niño también «comienza a entender el concepto del tiempo,» siendo capaz de distinguir entre «ahora» y «después.» Este es un gran paso hacia la comprensión de la secuencia de eventos y la planificación a corto plazo. Además, «empieza a brincar y ya es capaz de servir sus alimentos,» lo que muestra una mayor coordinación física y autonomía en las actividades diarias.

Desarrollo a los cinco años

A los cinco años, el niño está a punto de dar un gran paso: entrar en la escuela. «Es un niño que cuenta hasta 10, que canta, baila y es capaz de decir su nombre.» Estas habilidades son indicadores de un desarrollo cognitivo y social saludable, donde el niño comienza a interactuar más con su entorno educativo. «Puede dibujar una persona completa,» lo que refleja una mayor comprensión del cuerpo humano y una mejor coordinación motora.

En esta etapa, «ya sabe abotonarse los botones y brinca, siendo capaz de sostenerse en un pie y saltar sobre él.» Estas habilidades motoras reflejan un alto grado de control y equilibrio, preparando al niño para los desafíos físicos y cognitivos que enfrentará en la escuela.

A partir de los seis años en adelante, los niños se desarrollan más en la parte socioemocional, y sus hitos no están tan marcados como en los primeros años. Sin embargo, la base establecida en estos primeros cinco años es crucial para su éxito futuro.

Así, el seguimiento de estas etapas del desarrollo no solo proporciona tranquilidad a los padres, sino que también permite detectar posibles retrasos o necesidades especiales a tiempo. «Recuerden, si notan algo que les preocupa en el desarrollo de su hijo, no duden en consultar con su pediatra.» La intervención temprana es clave para garantizar un desarrollo saludable y equilibrado.

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Redacción BeHealth

Grupo multimedios especializado en promover la preservación de la salud física, mental y emocional.

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