La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) anunció un cambio significativo en su política de vacunación contra el COVID-19, limitando la aprobación de nuevas vacunas principalmente a personas mayores de 65 años y a individuos con condiciones de alto riesgo. Esta decisión ha generado un debate considerable en la comunidad médica y entre expertos en salud pública.
¿Qué implica la nueva política?
La FDA continuará aprobando vacunas actualizadas para personas mayores de 65 años y para aquellas con condiciones médicas que aumenten el riesgo de enfermedad grave, como inmunosupresión, obesidad, diabetes, enfermedades mentales o inactividad física. Para estos grupos, no se requerirán ensayos clínicos con placebo; la aprobación se basará en datos de respuesta inmunitaria.
Sin embargo, para personas sanas menores de 65 años, la FDA exigirá nuevos ensayos clínicos aleatorizados que demuestren la eficacia de las vacunas en la reducción de síntomas, hospitalizaciones y muertes por COVID-19. Esta medida representa un cambio respecto a la política anterior, que permitía la aprobación de vacunas actualizadas sin necesidad de estudios clínicos extensos.
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Reacciones y preocupaciones
La decisión ha sido criticada por expertos en salud pública, quienes argumentan que podría limitar el acceso a las vacunas para una parte significativa de la población y afectar la preparación ante futuras olas de contagio. Además, se teme que la exigencia de nuevos ensayos clínicos para personas sanas menores de 65 años pueda retrasar la disponibilidad de vacunas para este grupo.
En particular, la política podría afectar la vacunación de niños y adolescentes sanos, ya que las nuevas vacunas no serían aprobadas para ellos sin datos adicionales de ensayos clínicos. Esto ha generado preocupación entre pediatras y expertos en salud infantil, quienes señalan que el COVID-19 sigue siendo una causa importante de enfermedad y muerte entre los menores.
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Implicaciones para el futuro
La nueva política de la FDA podría influir en la estrategia de vacunación para la temporada de otoño e invierno, especialmente si surgen nuevas variantes del virus. Además, podría afectar la aprobación de vacunas combinadas contra la gripe y el COVID-19, como las que están desarrollando Moderna y Pfizer, que podrían requerir estudios adicionales para su aprobación.
Se espera que la FDA y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) discutan más a fondo esta política en reuniones programadas para el 22 de mayo de 2025, donde se abordarán las recomendaciones para las vacunas de refuerzo y la estrategia de vacunación para los próximos meses.
En resumen, la nueva política de la FDA representa un enfoque más restringido en la aprobación de vacunas contra el COVID-19, enfocándose en proteger a los grupos más vulnerables, pero generando preocupaciones sobre el acceso y la equidad en la vacunación para el resto de la población.