Estas son las comorbilidades que agravan a los pacientes con artritis psoriásica
La artritis psoriásica (AP) puede tener un impacto significativo más allá de las articulaciones, el desarrollo de otras comorbilidades afecta la calidad de vida. Se estima que al rededor del 40% de quienes conviven con AP enfrentan hasta tres condiciones concurrentes.
Muchas de las condiciones oportunistas como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico y la enfermedad del hígado graso no alcohólico; suelen agravar y acelerar los problemas cardiovasculares, complican los tratamientos y generan afectaciones mayores.
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Comorbilidades metabólicas y su impacto
La Arthritis Foundation entrega un panorama con datos que soportan cómo las afectaciones de estas comorbilidades impactan en la vida de las personas:
- Aproximadamente el 45% de las personas con AP son obesas, un porcentaje considerablemente mayor que en otros grupos como los que viven con psoriasis o artritis reumatoide. La obesidad está relacionada a una peor respuesta a los tratamientos.
- Combinación de obesidad abdominal, hipertensión, resistencia a la insulina y dislipidemia, es la lo que se denomina como síndrome metabólico; encrudece los síntomas de la artritis psoriásica y una menor probabilidad de lograr un control eficaz de la enfermedad.
- Los pacientes de AP tienen mayor posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2 en comparación con la población general; por eso la inflamación crónica asociada está más severa.
- Los estudios sugieren que alrededor del 28% de las personas con AP tienen enfermedad del hígado graso no alcohólico, lo que puede llevar a complicaciones hepáticas graves y dificultar el control de la artritis psoriásica.
Factores desencadenantes de las comorbilidades
Los investigadores señalan tres factores principales que contribuyen al desarrollo de comorbilidades en personas con AP: la inflamación crónica, los efectos secundarios de los medicamentos y los hábitos de vida poco saludables.
Perder peso es una de las estrategias más eficaces para reducir el riesgo de comorbilidades como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Además, una reducción de peso puede mejorar la respuesta a los tratamientos para la AP.
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Asimismo, controlar la inflamación es esencial para minimizar los riesgos asociados a estas comorbilidades, por eso los especialistas de la fundación insisten en el trabajo conjunto con un reumatólogo y un dermatólogo para gestionar adecuadamente la AP es clave para mejorar tanto la salud general como la calidad de vida de los pacientes.