Enfermedad arterial periférica y diabetes: una relación que debes conocer
¿Cómo se relaciona la diabetes con la enfermedad arterial periférica y qué factores influyen en esta conexión? La doctora Marta Gómez Cuéllar, endocrinóloga, se unió a nosotros en el reciente evento educativo realizado por BeHealth para explorar la conexión entre la enfermedad arterial periférica y la diabetes, dos condiciones interconectadas que tienen un impacto significativo en la salud.
El vínculo entre diabetes y enfermedad arterial periférica
«La diabetes está estrechamente vinculada a la enfermedad arterial periférica, ya que esta última es una complicación macrovascular de la diabetes. La diabetes conlleva complicaciones microvasculares, como la nefropatía diabética y la retinopatía diabética, así como complicaciones macrovasculares, como los infartos cardíacos, los accidentes cerebrovasculares y las amputaciones, que son consecuencias de la enfermedad arterial periférica. Estas dos condiciones están fuertemente relacionadas», explicó la endocrinóloga.
Factores que influyen en la conexión
Un aspecto crucial a considerar es que los pacientes diabéticos son como una especie de «bomba de tiempo» debido a la enfermedad aterosclerótica que desarrollan con el tiempo. La Dra. Gómez Cuéllar explica que «se acumulan depósitos de grasa en la capa interna de las arterias (llamados ateromas), lo que hace que la enfermedad arterial periférica sea especialmente relevante, ya que se relaciona con la edad. A medida que envejecemos, nuestras arterias tienden a reducir su diámetro, y los diabéticos, debido a sus condiciones de salud, son más propensos a experimentar complicaciones vasculares”, precisó.
No obstante, la diabetes no está sola en esta complicada ecuación. Comorbilidades como la hipertensión y problemas relacionados con el colesterol también son comunes en pacientes con enfermedad arterial periférica.
«En el caso de la diabetes, el riesgo es aún mayor, ya que los pacientes diabéticos son siete veces más propensos a desarrollar enfermedad arterial periférica en comparación con aquellos que no padecen diabetes. La enfermedad arterial periférica y la diabetes están estrechamente vinculadas, y los factores de riesgo pueden ser tanto modificables como no modificables”, agregó la Dra. Gómez Cuéllar.
Los pacientes mayores de 50 años tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedad arterial periférica. Además, la raza también es un factor, ya que las personas de raza negra tienen una predisposición mayor a estas complicaciones. Entre los factores de riesgo no modificables, también se incluyen hábitos como la dieta y la actividad física, así como condiciones médicas como la hipertensión, el colesterol elevado y los antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares, como accidentes cerebrovasculares o infartos. Además, si un paciente ha tenido una enfermedad coronaria previa, como un infarto, sus riesgos aumentan aún más.
La Dra. Gómez Cuéllar subrayó que “el sexo también juega un papel en esto, siendo más común en hombres que en mujeres. Sin embargo, las mujeres, especialmente después de la menopausia, aumentan su riesgo de desarrollar enfermedad arterial periférica”.
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Síntomas y detección temprana
La confusión a menudo rodea a los pacientes diabéticos cuando experimentan síntomas que se asemejan a la enfermedad arterial periférica. La Dra. Gómez Cuéllar aclara: «Los síntomas de la enfermedad arterial periférica, como el dolor en las piernas, el adormecimiento y los cambios en la coloración de la piel o las uñas de los pies, a veces se pueden atribuir a otras causas, como la neuropatía o simplemente al envejecimiento. Esto puede llevar a que los síntomas pasen desapercibidos tanto para el paciente como para el médico”.
Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, los pacientes pueden experimentar un síntoma característico conocido como claudicación intermitente. Este se manifiesta como dolor en la pantorrilla o la «batata» cuando caminan, lo que los obliga a descansar antes de continuar. La claudicación intermitente es fundamental para la identificación temprana de la enfermedad arterial periférica.
Tratamiento y cuidados a tener en cuenta
En cuanto al tratamiento de pacientes que son diabéticos y padecen enfermedad arterial periférica, la Dra. Gómez Cuéllar enfatiza la importancia de abordar todas las comorbilidades.
«Es fundamental mantener un control adecuado de la glucosa en sangre, con un objetivo de hemoglobina A1c por debajo de 6.5. Si el paciente también tiene hipertensión, es importante mantener una presión arterial de 120/80 mmHg. Para aquellos con problemas de colesterol, es esencial mantener un nivel de LDL por debajo de 70 mg/dL. Estos son objetivos clave para garantizar que la enfermedad arterial periférica no progrese rápidamente y reducir el riesgo de amputación”.
La Dra. Gómez Cuéllar subrayó también que la enfermedad arterial periférica puede ser más agresiva que la enfermedad coronaria debido al tamaño más pequeño de las arterias periféricas. Por lo tanto, es crucial prestar atención a cualquier herida que no cicatrice adecuadamente y a la posible formación de callos en los pies, especialmente en pacientes diabéticos, ya que pueden tener neuropatía y no sentir el trauma en sus pies.
“Es crucial que los pacientes, independientemente de si tienen diabetes o no, realicen un seguimiento constante de la salud de sus pies. Deben estar atentos a cualquier cambio en la coloración de la piel, pérdida de vello o cualquier herida que pueda pasar desapercibida debido a la neuropatía, lo que les impide sentir dolor. Se recomienda encarecidamente a los pacientes diabéticos que eviten caminar descalzos, ya sea en interiores o exteriores, para prevenir lesiones en los pies”.
Si no se cuida adecuadamente, un pequeño dedo puede perder circulación y llegar a un estado de gangrena, que es cuando el tejido comienza a necrosarse. Posteriormente, esto podría llevar a la amputación del dedo afectado y, en muchos casos, también de otros dedos. A medida que la enfermedad progresa, podría requerirse una amputación más alta, incluso por debajo de la rodilla, lo que finalmente resulta en la pérdida de una pierna.
Asimismo, estas complicaciones pueden afectar varios órganos y sistemas, desde los riñones y los ojos hasta el corazón y el cerebro, resaltando la importancia de prevenir y controlar la enfermedad arterial periférica.
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