El talón de Aquiles de muchas personas que luchan por lograr sus sueños es cómo distinguir entre lo importante y lo urgente al momento de ponerse metas. Si no sabemos distinguir lo importante de lo urgente se nos puede complicar el panorama. Les voy a dar el ejemplo de un reto personal al que me enfrenté en los pasados 30 días. Tenía, junto a mi esposa Yéssica, la meta de que 165 peregrinos, divididos en 6 grupos, lograran sus sueños de hacer el Camino de Santiago. Para nosotros lo importante era estar al servicio de cada uno de los grupos los cuales iban haciendo la ruta de seis días y 125 kilómetros, con tres días de diferencia entre cada uno de ellos. ¡Esa era la prioridad!
Sin embargo, yo también tenía la responsabilidad de, en esos 30 días que iba a estar en El Camino, escribir dos columnas de opinión para El Nuevo Día para el segundo y el cuarto martes del mes, 8 libretos de sátira política de 5 minutos cada uno para mi sección Reír por no llorar del programa Viva la tarde de Wapa TV, 4 escritos como éste para los amigos de BeHealth y el libreto de Los Rayos Gamma para el próximo espectáculo en el Centro de Bellas Artes. Todo eso en estos 30 días, y como si eso fuera poco, de cada grupo que estaba haciendo El Camino me había propuesto grabar y editar un vídeo que captara los más importantes momentos que vivieran a través de la ruta, o sea, un mínimo de 6 videos en total. A nivel personal, también tenía la meta de caminar, entre la atención a un grupo y otro, un mínimo de 125 kilómetros que es lo equivalente a lo que cada uno de los peregrinos tenía que caminar para llegar a Santiago de Compostela.
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¿Saben qué? ¡Logré todo esto que me propuse! Pero no fue fácil. Requirió alterar en muchas ocasiones lo planificado para atender situaciones como la de una peregrina que se lesionó y hubo que llevarla a un hospital, o gestionar un cambio de hotel para un grupo de un día para otro, darle apoyo a uno de los guías que había tenido un accidente de tránsito, suspender un día de caminata por una tormenta que afectó Galicia, en fin, cada día lo urgente reclamaba nuestra atención, sin desviarnos de lo importante. Ese discernir entre lo urgente y lo importante en cada momento es la clave del éxito.
Aquí es bien importante dejar establecido que nada se consigue en la vida si uno no es capaz de formar equipo, de apoyar y dejarse apoyar, de pedir ayuda cuando es necesario y de reconocer cuando no se tiene control de lo que puede suceder y aceptarlo con humildad. En mi equipo contaba con varias estrellas, siendo mi esposa, Yéssica, la líder y “playmaker” por excelencia, y los líderes de cada grupo, las columnas en las que se sostenía el proyecto. Les confieso que nunca había tenido un mes tan intenso y de tantas responsabilidades como el que acabo de concluir. La satisfacción mayor sin embargo no es mi logro personal, sino haber sido instrumento para que 165 personas y seis líderes lograran su sueño de completar El Camino de Santiago. Eso sin minimizar los 168.8 kilómetros caminados personalmente, y los 275,000 pasos contabilizados por mi aplicación de Activity Tracker que también me reafirmaron que, a los 76 años, y luego de algunos retos de salud a los que me enfrenté recientemente, ¡SE PUEDE!