Dormir mal afecta zonas clave del cerebro relacionadas con alzhéimer
Un grupo de científicos analizó diferentes registros fisiológicos (mediciones que se hacen del cuerpo para observar cómo funciona en diferentes momentos) de varios adultos para evaluar cómo los patrones de sueño o los hábitos de sueño podrían impactar en el deterioro del sistema nervioso central.
Los investigadores analizaron los datos de sueño de 270 personas y se concentraron específicamente en determinar cuánto tiempo las personas pasaban en el sueño de ondas lentas, el nivel más profundo del sueño y el tiempo que pasaban en el sueño de movimientos oculares rápidos (REM) o sueño de sueños.
Después de tener el cálculo de estos tiempos, el equipo comparó los dos ciclos de sueño y los relacionó con unas resonancias magnéticas cerebrales que se tomaron a las mismas personas en un promedio de 13 y 17 años después.
De esta manera, se evidenció que pasar menos tiempo en esas etapas del sueño estaba relacionado con volúmenes apreciablemente más pequeños en algunas regiones específicas del cerebro.
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Hallazgos
Entre los resultados de esta investigación se logra establecer que dormir bien, especialmente pasar por etapas importantes del sueño como el sueño profundo y el sueño en el que soñamos (sueño REM), ayuda a proteger el cerebro.
Estas etapas del sueño parecen influir en reducir el riesgo de desarrollar alzhéimer más adelante en la vida.
“Nuestros hallazgos proveen evidencias preliminares de que la reducción de la neuroactividad durante el sueño podría contribuir a la atrofia cerebral, lo que podría aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer”, señaló Gawon Cho, asociado postdoctoral de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut.
¿Qué dicen los investigadores?
De acuerdo con el estudio “El sueño de ondas lentas más bajas y el sueño de movimientos oculares rápidos se asocian con la atrofia cerebral de las regiones vulnerables a la EA”, publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine, las personas que duermen menos profundamente o quienes tiene sueños, tienen volúmenes más pequeños en regiones críticas del cerebro,
“La falta de esos tipos de sueño parece afectar particularmente a la región parietal inferior, que se sabe que experimenta cambios tempranos en el alzhéimer”, señalaron.
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La importancia de este estudio
“Estos resultados son particularmente significativos porque ayudan a caracterizar cómo la deficiencia del sueño, un trastorno prevalente entre los adultos de mediana edad y mayores, podría relacionarse con la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer y el deterioro cognitivo”, añadió Cho.
Según los autores, el estudio demuestra una asociación importante entre el sueño y la salud cerebral a largo plazo y destaca oportunidades potenciales para reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer.
Además, la investigación podría convertirse en una alerta (incluso para los jóvenes) que tienen periodos muy cortos de descanso y pasan mucho tiempo en las pantallas.
A su vez, en casos en los que las personas presentan una alteración en su higiene de sueño, podrían encontrarse herramientas o alternativas de terapia con el fin de impedir, que estas alteraciones en el sueño, generen estos cambios en el cerebro a futuro.
«La arquitectura del sueño puede ser un factor de riesgo modificable para la enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas, lo que plantea la oportunidad de explorar intervenciones para reducir el riesgo o retrasar la aparición del alzhéimer», afirmó Cho.
Los investigadores señalaron que se necesita más investigación para comprender completamente las relaciones causales entre la arquitectura del sueño y la progresión de la enfermedad de Alzheimer.
De acuerdo con datos de la Asociación de Alzheimer, la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad cerebral degenerativa y la causa más común de demencia. Se estima que 6,7 millones de estadounidenses mayores de 65 años padecen alzhéimer, y se prevé que esta cifra se duplique para 2060, a la espera de avances médicos para prevenir, retrasar o curar la enfermedad.
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