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Bienestar General

Culebrilla: el virus dormido que puede despertar en tu piel

La culebrilla, o herpes zóster, es una infección viral que causa una erupción dolorosa en la piel. Aparece cuando el virus de la varicela, que queda «dormido» en el cuerpo después de haberla tenido, se reactiva años después. Es como si el virus despertara de repente y comenzara a causar molestias, generalmente en un solo lado del cuerpo.

Síntomas de la culebrilla

Los primeros indicios de la culebrilla suelen manifestarse como dolor, ardor, hormigueo o picazón en una zona específica del cuerpo, generalmente en un solo lado. Estos síntomas iniciales pueden preceder a la aparición de la erupción por varios días.

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Posteriormente, surge una erupción caracterizada por ampollas llenas de líquido que se agrupan en una franja o banda, siguiendo el trayecto de un nervio. Estas ampollas suelen romperse y formar costras en un periodo de 7 a 10 días, y la erupción suele resolverse en 2 a 4 semanas. Además de la erupción, algunos individuos pueden experimentar fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y malestar estomacal.

Complicaciones asociadas

La complicación más frecuente de la culebrilla es la neuralgia posherpética, un dolor persistente en las áreas afectadas por la erupción que puede durar meses o incluso años después de que la piel haya sanado. Este dolor puede ser intenso y debilitante, afectando significativamente la calidad de vida. El riesgo de desarrollar neuralgia posherpética aumenta con la edad, siendo más común en personas mayores de 50 años.

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Otras complicaciones menos comunes incluyen infecciones bacterianas de la piel, problemas neurológicos como encefalitis (inflamación del cerebro), mielitis (inflamación de la médula espinal) y problemas oculares que pueden llevar a la pérdida de visión si la culebrilla afecta el área ocular.

Factores de riesgo

Cualquier persona que haya tenido varicela puede desarrollar culebrilla, pero ciertos factores aumentan el riesgo:

  • Edad avanzada: El riesgo incrementa significativamente después de los 50 años.

  • Sistema inmunológico debilitado: Las personas con enfermedades que afectan el sistema inmunológico, como el VIH/SIDA, cáncer o aquellas que toman medicamentos inmunosupresores, tienen un mayor riesgo.

Tratamiento y prevención 

Aunque no existe una cura definitiva para la culebrilla, el tratamiento temprano con medicamentos antivirales puede acelerar la recuperación y reducir el riesgo de complicaciones. Es esencial iniciar estos medicamentos dentro de las primeras 72 horas desde la aparición de la erupción para maximizar su eficacia. Además, se pueden prescribir analgésicos para aliviar el dolor, y medidas como aplicar compresas frías, utilizar loción de calamina y tomar baños de avena pueden ayudar a calmar la piel afectada.

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La vacunación es la medida preventiva más efectiva contra la culebrilla. La vacuna recombinante contra el herpes zóster (Shingrix) está recomendada para adultos mayores de 50 años y para aquellos mayores de 19 años con sistemas inmunitarios debilitados. Esta vacuna se administra en dos dosis y ha demostrado ser altamente efectiva en la prevención de la culebrilla y sus complicaciones.

A tener en cuenta

Debes saber que la culebrilla no es contagiosa, así que puedes estar tranquilo porque no se puede transmitir de una persona a otra. Sin embargo, ten en cuenta que una persona con culebrilla puede transmitir el virus varicela-zóster a alguien que nunca haya tenido varicela, lo que podría resultar en un caso de varicela en lugar de culebrilla. Para minimizar este riesgo, cubre las lesiones cutáneas, evita rascarte o tocar las ampollas y practica una buena higiene de manos.

En resumen, la culebrilla es una condición dolorosa que puede afectar significativamente la calidad de vida, especialmente en personas mayores o con sistemas inmunitarios comprometidos. La detección temprana, el tratamiento adecuado y la vacunación son fundamentales para manejar y prevenir esta enfermedad.

 

Redacción BeHealth

Grupo multimedios especializado en promover la preservación de la salud física, mental y emocional.

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