¿Conocías el envejecimiento de los órganos?
Recientes investigaciones constatan que el envejecimiento no es un proceso uniforme, empieza en cada órgano en un momento diferente.
En un esfuerzo de los científicos de la Universidad de Stanford por entender lo que sucede dentro de los ratones de laboratorio está transformando la perspectiva sobre el envejecimiento, dando origen a un nuevo ámbito de estudio conocido como “envejecimiento de los órganos”. Esta área investiga cómo distintas partes del cuerpo comienzan a envejecer a ritmos diferentes, lo que influye tanto en las enfermedades que podemos desarrollar como en nuestra expectativa de vida.
Estas investigaciones revelaron que el envejecimiento no es simplemente una cuestión de tiempo o del paso de los años. Aunque antes se creía que era un proceso uniforme y predecible que afectaba a todo el cuerpo de manera simultánea, ahora se entiende que es mucho más impredecible. Diferentes partes del cuerpo inician su envejecimiento en momentos distintos, posiblemente mucho antes de que seamos conscientes de que estamos envejeciendo.
El envejecimiento, también, es un proceso profundamente individual, que ocurre a nivel molecular de manera única en cada persona y que, en cierta medida, podríamos influir. Comprender cómo envejecen nuestros órganos podría permitirnos, en el futuro, desacelerar o incluso acelerar ese proceso a través de elecciones en nuestro estilo de vida.
Gracias a los avances en biología molecular, genética y el análisis de macrodatos provenientes de muestras de sangre, los científicos pudieron identificar patrones únicos de envejecimiento en cada persona.
Algunos podrían ser «envejecedores del corazón», con un corazón que aparenta ser más viejo que el resto del cuerpo, o «envejecedores del cerebro», donde el cerebro muestra un envejecimiento más avanzado. Con algo de fortuna, incluso podríamos ser «rejuvenecedores del cerebro», con un cerebro más joven en comparación con nuestros demás órganos. Asimismo, podríamos envejecer más rápidamente en los músculos o rejuvenecer en el hígado, ya que prácticamente cualquier órgano puede ser el primero en evidenciar signos extremos de envejecimiento.
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Envejeciendo
Estos hallazgos tienen un impacto significativo en nuestra comprensión de la salud. En uno de los estudios más amplios sobre el envejecimiento de los órganos humanos, científicos de Stanford descubrieron que las personas con corazones más envejecidos presentan un riesgo considerablemente mayor de desarrollar insuficiencia cardíaca. Por otro lado, aquellos con cerebros más jóvenes tienen un 80% menos de probabilidades de padecer demencia en comparación con personas cuyos cerebros tienen una edad promedio o más avanzada.
Los resultados destacaron «la complejidad del proceso de envejecimiento», según Hamilton Se-Hwee Oh, investigador posdoctoral que lideró el estudio en la Universidad de Stanford.
Además, esta investigación ofrece una de las primeras conclusiones con aplicaciones prácticas dentro del campo más amplio del estudio del envejecimiento humano.
¿Se envejece rápido o lento?
En 2020, un estudio pionero sobre el envejecimiento de los órganos, publicado en Nature, mostró que el envejecimiento de los órganos en ratones no es un proceso lineal. Los investigadores descubrieron que diferentes órganos envejecen a diferentes ritmos, y que incluso dentro de un mismo órgano, algunas células pueden envejecer más rápido que otras. Este hallazgo respalda la idea de que el envejecimiento es un proceso complejo y no uniforme.
Los científicos también sugirieron que la secuencia de envejecimiento de los órganos podría tener un impacto en la salud a lo largo de la vida, ya que los órganos que envejecen más rápido pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades. Además, el estudio indicó que el envejecimiento de un órgano podría ser “contagioso”, ya que ciertos órganos que envejecen más rápido liberan sustancias bioquímicas que aceleran el envejecimiento en otros órganos.
Para replicar estos resultados en humanos, los investigadores se centraron en las proteínas, componentes clave que circulan en el torrente sanguíneo y son específicas de cada órgano. Utilizando muestras de sangre de más de 5700 personas de distintas edades, los científicos aplicaron modelos de aprendizaje automático para crear «firmas moleculares» asociadas con la edad de 11 órganos clave, como el corazón, el cerebro y los riñones.
El análisis reveló que alrededor del 20% de los participantes tenían al menos un órgano significativamente más viejo que su edad cronológica, lo que generó lo que los científicos llamaron «ageotipos». Por ejemplo, aquellos con corazones envejecidos mostraron un riesgo 250% mayor de desarrollar insuficiencia cardíaca en los años posteriores. Los resultados indican que cada órgano envejecido está asociado con un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con ese órgano, abriendo nuevas vías para la medicina preventiva.
¡Tenemos una edad biológica!
El envejecimiento es un proceso mucho más impredecible de lo que solemos pensar. Según Tony Wyss-Coray, director de la Iniciativa Phil y Penny Knight para la Resiliencia Cerebral de la Universidad de Stanford, incluso en animales genéticamente idénticos que viven en las mismas condiciones, los cambios moleculares, el deterioro funcional y el desarrollo de enfermedades ocurren en diferentes momentos. Esto sugiere que lo que realmente marca la diferencia es la «edad biológica», un concepto fundamental en la investigación sobre el envejecimiento de los órganos.
A diferencia de la edad cronológica, que simplemente se basa en el tiempo desde nuestro nacimiento, la edad biológica refleja el estado real de nuestro cuerpo y cómo está funcionando. Como explica el biólogo molecular Thomas Rando, algunas personas de 50 años no parecen tener esa edad, lo que indica que su edad biológica puede ser mayor o menor que su edad cronológica.
En los últimos años, los avances en biotecnología y aprendizaje automático han permitido desarrollar «relojes biológicos» para estimar la edad biológica de los órganos. Estos relojes analizan muestras de sangre y otros tejidos, buscando patrones moleculares que corresponden a la edad cronológica de una persona. Si los patrones de actividad genética de una persona de 40 años coinciden con los de otros de 40, su edad biológica será similar a la cronológica. Pero si se asemejan más a los de alguien de 30 o 50 años, la edad biológica estará desalineada.
A pesar de la existencia de tests caseros para medir la edad biológica, muchos de estos no han sido aprobados por la FDA y presentan resultados poco fiables. Según el investigador Nir Barzilai, algunos tests le han dado resultados tan dispares como 20 años menos o tres más que su edad real de 68 años. Además, los tests disponibles suelen ofrecer una estimación general del envejecimiento de todo el cuerpo, cuando cada órgano envejece de manera distinta, lo que hace que estos tests no reflejen con precisión el envejecimiento biológico individual.
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