Cómo la terapia física mejora la calidad de vida en el párkinson
La terapia física se ha convertido en un pilar fundamental en el tratamiento integral del párkinson, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en el mundo. Lejos de ser solo una opción complementaria, cada vez más expertos la consideran una herramienta esencial para mantener la movilidad, la independencia y la calidad de vida de los pacientes.
“La terapia física no es opcional en el párkinson, es parte del tratamiento. Ayuda a prevenir y retrasar síntomas clave como la rigidez, la lentitud y las alteraciones del equilibrio”, afirma una estudiante doctoral en Terapia Física, quien ha enfocado su investigación en el impacto de esta disciplina en enfermedades neurológicas.
De acuerdo con la Asociación Americana de Terapia Física, los fisioterapeutas no solo tratan el dolor y mejoran el movimiento, sino que desarrollan planes personalizados para cada paciente, teniendo en cuenta el diagnóstico, la edad, la severidad de los síntomas y el entorno en el que vive.
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Diagnóstico, planificación y ejercicio específico
En personas con párkinson, los especialistas comienzan con una evaluación integral: historial clínico, metas terapéuticas, pruebas físicas y funcionales. A partir de ese análisis, diseñan rutinas específicas que pueden incluir ejercicios aeróbicos, de fortalecimiento, coordinación y balance.
“El ejercicio es una pieza fundamental. Los pacientes que se ejercitan regularmente muestran mejores resultados funcionales que aquellos que no lo hacen”, señala la estudiante.
Los ejercicios aeróbicos, por ejemplo, ayudan a mejorar la resistencia y la capacidad para caminar largas distancias o recoger objetos del suelo. Se recomienda realizarlos con una intensidad moderada a alta. Por su parte, las rutinas de balance y coordinación contribuyen al control postural y a la movilidad, y se sugieren al menos dos o tres veces por semana.
Educación y acompañamiento continuo
Además del trabajo físico, el rol del terapeuta incluye educar al paciente y su entorno sobre hábitos saludables, higiene del sueño y mecánica corporal. “No se trata solo de moverse mejor, sino de vivir mejor con la enfermedad”, concluyó.
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Los especialistas insisten en que la terapia física debe ser abordada con la misma seriedad que otros tratamientos médicos. Por eso, recomiendan que los pacientes consulten con su médico tratante para incorporar esta herramienta dentro de su plan de atención.