Artritis reumatoide: síntomas y causas
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria que causa dolor, hinchazón, rigidez y pérdida de la función de las articulaciones. Se produce cuando el sistema inmunológico, que suele ser el responsable de la defensa del cuerpo contra agentes extraños, gira sus armas contra las membranas que cubren las superficies de las articulaciones.
Los síntomas y signos característicos de la artritis reumatoide son:
- Articulaciones doloridas, calientes e hinchadas
- Simetría de las articulaciones afectadas
- Frecuente afectación de la muñeca y las articulaciones de los dedos más cercanos a la mano
- Implicación ocasional de otras articulaciones, como el cuello, los hombros, los codos, las caderas, las rodillas, los tobillos y los pies
- Fatiga, episodios de fiebre y pérdida de energía dolor y rigidez por la mañana o después de un descanso prolongado de más de 30 minutos
- Síntomas que persisten durante varios años
Esta enfermedad tiene varias características que la distinguen de otros tipos de artritis, por ejemplo:
- se manifiesta típicamente de forma simétrica, si afecta a una mano, la otra mano también se ve afectada
- ataca la articulación de la muñeca y la de los dedos más cercanos a la mano
- puede afectar a otras partes del cuerpo además de las articulaciones.
- Además, las personas que padecen la enfermedad pueden presentar fatiga, fiebre ocasional y pérdida de energía.
El curso de la artritis reumatoide va de leve a severo. En la mayoría de los casos la enfermedad es crónica, es decir, dura mucho tiempo, prácticamente toda la vida. En muchas personas, los períodos de enfermedad relativamente leve se ven interrumpidos por episodios o llamas de empeoramiento. En otros, los síntomas son constantes.
- Causas
La artritis reumatoide es principalmente una enfermedad de las articulaciones; afecta al casi 1% de la población por todo el mundo., con una mayor prevalencia en la población femenina.
La articulación es el punto donde dos o más huesos entran en contacto. Con pocas excepciones (por ejemplo, el cráneo y la pelvis), las articulaciones se hacen para permitir los movimientos entre los huesos y para absorber los choques causados por acciones como caminar o gestos repetitivos.
Los extremos de un hueso están cubiertos por un tejido fuerte y elástico llamado cartílago. La articulación está rodeada por una cápsula que proporciona protección y apoyo. La cápsula articular está alineada con un tipo de tejido, la sinovia, que secreta el líquido sinovial, una sustancia transparente que lubrica y nutre el cartílago y los huesos dentro de la cápsula.
Como muchas otras enfermedades reumáticas, la RA es una enfermedad autoinmune; el sistema inmunológico del sujeto, responsable en condiciones normales de defender el cuerpo de infecciones y enfermedades, ataca sus propios tejidos articulares por razones desconocidas. Los leucocitos (glóbulos blancos), que son la expresión celular del sistema inmunológico, llegan a la sinovia y causan su inflamación (sinovitis), que se manifiesta con:
- Calor
- Enrojecimiento
- Hinchazón
- Dolor
Los que estudian la artritis reumatoide creen actualmente que el daño a los huesos comienza durante el primer o segundo año de la enfermedad, que es una de las razones por las que el diagnóstico y el tratamiento tempranos son tan importantes.
- Factores de riesgo
Las razones por las que en la artritis reumatoide el sistema inmunológico ataca sus propios tejidos no están aún completamente claras, pero en los últimos años, la investigación científica ha comenzado a reunir los factores implicados.
Factores genéticos (hereditarios): se ha descubierto que algunos genes, conocidos por su papel en el sistema inmunológico, se asocian con la tendencia a desarrollar artritis reumatoide. En el caso de los genes relacionados, la frecuencia de los genes «de riesgo» individuales es sólo ligeramente mayor en los sujetos con artritis reumatoide que en los controles sanos.
En otras palabras, individualmente un gen en sí mismo conlleva sólo un riesgo relativamente pequeño de enfermedad. Algunos individuos con estos genes nunca desarrollan la enfermedad. Estas observaciones sugieren que, aunque la composición genética desempeña un papel importante en la determinación del posible desarrollo de la enfermedad, no es el único factor implicado. En cambio, está claro que hay muchos genes implicados en la determinación de si una persona desarrollará la enfermedad, así como su gravedad.
Factores ambientales: Muchos investigadores piensan que debe haber un evento desencadenante para activar la enfermedad en las personas genéticamente predispuestas a la artritis reumatoide. Se han propuesto varios factores, pero no se ha identificado ningún agente específico.
Otros: algunos piensan que los factores hormonales también entran en juego y esta hipótesis se deriva de la observación de que:
- Las mujeres corren más riesgo que los hombres.
- La enfermedad puede mejorar durante el embarazo y volver a aparecer después.
- La lactancia también puede empeorar la enfermedad.
- El uso de medicamentos anticonceptivos puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Esto parece indicar que las hormonas, o la posible deficiencia o variación de algunas hormonas, pueden promover la progresión de la enfermedad en personas genéticamente predispuestas que están expuestas a desencadenantes ambientales.
Aunque no hay certezas definitivas, una cosa es cierta: la artritis reumatoide es el resultado de la interacción de varios factores.
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