Alopecia: la experiencia de la Dra. Francheska Sánchez, psicóloga clÃnica y paciente
La alopecia areata es una condición que afecta el sistema autoinmune, haciendo que el cuerpo identifique erróneamente los folÃculos pilosos como una amenaza, lo que provoca la caÃda del cabello. Según la Dra. Francheska Sánchez, psicóloga clÃnica y paciente de alopecia, esta enfermedad puede aparecer en cualquier persona, sin importar el género o la edad. «Tanto mujeres, hombres, niños, adolescentes y adultos pueden padecerla», afirma. Aunque aún no se ha identificado una causa exacta, se cree que múltiples factores, como la genética o el estrés, pueden influir en su desarrollo.Â
El inicio de la alopecia
Sánchez relata que su proceso comenzó cuando tenÃa 18 años. Al principio, la caÃda del cabello no fue brusca; empezó a perder pequeñas áreas de cabello hasta que, con el tiempo, la pérdida fue total. «No perdà todo el cabello de inmediato», comenta. Existen diferentes tipos de alopecia, como la alopecia areata, que afecta en parches, y formas más severas como la alopecia total o universal. En su caso, la pérdida de cabello fue progresiva, y aproximadamente un año después de los primeros sÃntomas, ya habÃa perdido todo su cabello.
Durante ese tiempo, Francheska buscó tratamientos. Probó inyecciones que, aunque al principio funcionaban, dejaron de ser efectivas con el tiempo. Finalmente, decidió dejar el tratamiento. «Mi cabello no volvió a crecer», recuerda, pero a pesar de eso, su enfoque cambió hacia la aceptación de su condición.
El diagnóstico y la búsqueda de respuestas
Francheska fue diagnosticada por un dermatólogo, especialista en esta condición. «Desde la primera consulta, ya sabÃan que era alopecia areata al observar la lesión en mi cuero cabelludo», comenta. Sin embargo, la incertidumbre fue un desafÃo constante durante el proceso. Buscó varias opiniones y tratamientos, pero la mayor incertidumbre residÃa en no saber si su cabello volverÃa a crecer. «Pensaba que era la única persona en Puerto Rico con esta condición», comparte.
Con el tiempo, descubrió que no estaba sola y encontró apoyo tanto en su familia como en sus compañeros de la universidad. En ese momento, Sánchez jugaba voleibol representando a la Universidad Interamericana y, aunque su alopecia afectaba su apariencia, el apoyo de su equipo y su entorno fue clave. «Eso me ayudó a aceptar mejor la situación», comenta.
Impacto emocional y tratamiento
A pesar de que la alopecia no causa sÃntomas fÃsicos más allá de la pérdida de cabello, su impacto emocional es profundo. Francheska reflexiona sobre cómo esta condición puede afectar la autoestima y provocar ansiedad o depresión en algunos pacientes. En su caso, el apoyo de su entorno fue crucial. «Más que el tratamiento, fue el apoyo lo que marcó la diferencia», dice. A lo largo de su proceso, decidió no depender ni de tratamientos ni de pelucas para sentirse bien consigo misma. «Si mi cabello volvÃa a crecer o no, yo iba a seguir adelante», afirma, orgullosa de mostrarse tal como es.
La vida con alopecia
Con frecuencia, Francheska ha tenido que lidiar con la curiosidad y las preguntas de las personas, quienes muchas veces confundÃan su alopecia con tratamientos de quimioterapia. «Muchas personas, tanto niños como adultos, me han preguntado si estoy en tratamiento contra el cáncer«, explica. Aunque algunas veces lo ve como una oportunidad para educar, admite que no siempre está de ánimo para explicar su condición. No obstante, comprende que muchos de esos comentarios provienen de la falta de información sobre la alopecia.
Para Francheska, uno de los retos más grandes ha sido aceptar las miradas y comentarios curiosos. Sin embargo, nunca dejó de salir o hacer actividades. «SabÃa que iba a enfrentar ciertas situaciones y me preparaba mentalmente para ello», relata.
Investigación y visibilidad de la alopecia
El interés de Francheska por la alopecia no solo afectó su vida personal, sino también su carrera académica. A medida que avanzaba en sus estudios de psicologÃa, se dio cuenta de la falta de datos en Puerto Rico sobre la condición, lo que la llevó a investigar más sobre el tema. «Quise investigar sobre la experiencia de vivir con alopecia en Puerto Rico y me di cuenta de que no era la única persona con esta condición», afirma. A través de su investigación, conoció a al menos 50 personas que padecen alopecia en la isla.
Uno de los hallazgos más importantes de su investigación fue el impacto negativo de la falta de acceso a información, educación y tratamientos en la calidad de vida de quienes padecen la enfermedad. «La falta de acceso a especialistas afecta significativamente la calidad de vida de quienes padecen alopecia, generando estrés adicional», destaca.
Francheska también ha notado un cambio en la visibilidad de la alopecia en los últimos años. Aunque las iniciativas provienen principalmente de personas que padecen la enfermedad, se ha creado una mayor conciencia sobre el tema. «Nosotras mismas hemos creado actividades para educar y concientizar», señala, lo que ha generado un importante apoyo entre quienes conviven con esta condición.
El apoyo familiar y la aceptación personal
Un aspecto fundamental para Francheska ha sido la aceptación de su pareja y su familia. Próxima a casarse, comparte con emoción que su pareja la conoció sin cabello y que ha sido una aceptación total. «Lo más importante para mi pareja es mi esencia, y eso es lo que más valora», comenta emocionada. Además, afirma que no usará peluca para su boda, ya que se siente bien tal y como es.
Finalmente, Francheska ofrece un valioso consejo a los padres de niños y adolescentes que están siendo diagnosticados con alopecia: «Lo primero es evitar ocultar la realidad de la condición. La alopecia es algo que puede cambiar de un mes a otro. Es importante trabajar en la aceptación y no en tratar de esconderla».
Francheska Sánchez es un ejemplo claro de cómo se puede vivir plenamente con alopecia. A través de su experiencia personal y su trabajo en SER de Puerto Rico, ha demostrado que la clave está en la aceptación y el apoyo, dejando un mensaje claro: «SÃ, se puede tener una vida plena».