La genética consiste en el estudio de los genes, los cuales son unidades de herencia que determinan los rasgos de un organismo. Además, estos genes se encuentran en el ADN y son transmitidos de generación en generación.
Se puede determinar las características de una persona de acuerdo a los genes que tiene, identificando su expresión y la forma en que interactúan con el ambiente.
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Existe una preocupación entre los padres de familia, cuando sus bebés tardan en dar sus primeros pasos, teniendo en cuenta que no todos lo hacen a la misma edad, unos tardan más que otros. Una investigación reciente ha revelado que las diferencias en el inicio de cambiar podría estar relacionado con el ADN.
Los primeros pasos
Un grupo de expertos del Reino Unido, de las universidades de Surrey y Essex, realizó el análisis a la información genética de más de 70.000 bebés. Los resultados de este estudio han sido publicados en la revista Nature Human Behaviour, donde se identificaron 11 marcadores genéticos que influyen específicamente en la edad en que los niños comienzan a caminar.
En esta ocasión la ciencia ofrece ahora una nueva perspectiva sobre este proceso tan esperado. La autora principal del estudio, Angelica Ronald, explicó que la mayoría de los bebés suelen caminar entre los ocho meses y los dos años. Siendo así una ventana amplia normal y no debería causar alguna alarma.
De acuerdo a los expertos, alrededor de una cuarta parte de las diferencias que ocurren al momento de que los niños dan sus primeros pasos puede explicarse desde una perspectiva genética.
Hallazgos
Uno de los resultados obtenidos en el estudio implica que los genes que están relacionados con la marcha también están relacionados en el desarrollo cerebral. De esta manera, se ha sugerido que en el momento en el que el bebé comienza a caminar solo depende de su fuerza física o práctica, sino también de procesos neurológicos complejos.
En la investigación se encontró que existe una asociación genética entre caminar más tarde y un menor riesgo de desarrollar trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Sin embargo, se analizó una correlación con genes vinculados a un nivel educativo más alto, esto plantea nuevas incógnitas sobre el desarrollo cognitivo en la infancia. Este enfoque permite entender que cada niño tiene su propio ritmo, influido tanto por su entorno como por su herencia genética.
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