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Luis Salazar, fundador y director ejecutivo de la Fundación LSG, no solo lidera una organización dedicada a ayudar a personas con lesiones cerebrales; su historia personal es el motor que impulsa cada uno de los esfuerzos de esta iniciativa. Hace 15 años, un accidente automovilístico marcó un antes y un después en su vida. Esta experiencia no solo cambió su perspectiva, sino que también plantó la semilla de su propósito: brindar esperanza y apoyo a quienes enfrentan situaciones similares.
El accidente que cambió todo
«Mi nombre es Luis Salazar, y mi historia personal es clave para entender mi propósito». Así describe Luis el momento que transformó su vida. Conducía a exceso de velocidad por una carretera con curvas, perdió el control del auto, fue expulsado del vehículo y golpeó su cabeza contra el asfalto. Las consecuencias fueron devastadoras: sufrió lesiones severas, estuvo en coma y luchó por su vida durante un mes en un hospital en Centroamérica.
Tras estabilizarse, fue trasladado a un hospital en Miami, donde pasó dos meses en un centro de rehabilitación intensiva. Durante este tiempo, tuvo que enfrentar desafíos inmensos, como reaprender a caminar.
En medio de este proceso, Luis se dio cuenta de algo crucial: «Anhelaba que alguien entrara a mi habitación y me dijera: ‘Yo estuve como tú, pero logré superarlo’. Esa persona nunca llegó, y esa falta de apoyo quedó profundamente grabada en mi mente».
La Fundación LSG, una respuesta al dolor y la superación
La experiencia de sentirse solo en un momento tan vulnerable inspiró a Luis a convertirse en la persona que él necesitaba en ese momento. Al regresar a Puerto Rico, continuó su terapia con un objetivo claro en mente: recuperar su independencia. «Mi mayor motivación era volver a manejar, algo que simbolizaba para mí libertad y autonomía». Con esfuerzo y dedicación, lo logró en un año.
Sin embargo, no se detuvo allí. Su recuperación y sus visitas a otros pacientes con lesiones cerebrales lo llevaron a una reflexión inquietante: ¿por qué algunos pacientes con lesiones menos graves no lograban recuperarse? «Me impactó profundamente ver cómo algunos pacientes terminaban postrados en cama de por vida. La respuesta estaba en la falta de acceso a una terapia adecuada y en la ausencia de motivación».
Fue entonces cuando nació la Fundación Luis Rafael, con una misión clara: garantizar que nadie se quede sin acceso a las terapias necesarias para recuperar funcionalidad y calidad de vida.
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Grupos de Apoyo, un espacio para compartir y crecer
Luis entendió la importancia de los grupos de apoyo y decidió crear uno en Puerto Rico. Desde hace más de 10 años, la Fundación organiza reuniones mensuales en una parroquia local. En estas reuniones, los pacientes y sus familias comparten experiencias, recursos y herramientas esenciales para la rehabilitación.
«Hablamos de medicamentos, terapias, doctores (los que recomendamos y los que no), y de cualquier herramienta que pueda ayudar a las personas en su proceso de rehabilitación». Este espacio se ha convertido en una fuente invaluable de orientación y acompañamiento.
La rehabilitación, un camino largo pero posible
Cuando un paciente es dado de alta del hospital, a menudo se asume que el proceso ha terminado, pero, como señala Luis, «es todo lo contrario». Es en ese momento cuando comienza verdaderamente la rehabilitación. «La rehabilitación toma tiempo, pero con esfuerzo diario, poco a poco verás mejoras. Lo importante es no rendirse».
La Fundación incentiva a los pacientes a comprometerse con sus terapias, visitándolos, orientándolos y asegurándose de que comiencen a tiempo. Este acompañamiento es esencial, ya que muchas veces la falta de información y motivación puede frenar el progreso.
Una conexión humana poderosa
Luis también destaca el poder de la conexión humana en este proceso. Visita personalmente a pacientes que enfrentan desafíos similares a los que él vivió. «Cuando estás en una cama de hospital, no sabes qué va a pasar contigo. Por eso, quiero mostrarles a los pacientes que visito que sí se puede. Con terapia, dedicación y esfuerzo, es posible salir adelante».
Este mensaje no solo brinda esperanza, sino también las herramientas emocionales necesarias para enfrentar el arduo camino de la recuperación.
Cómo contactar a la fundación
Si estás enfrentando una situación similar o conoces a alguien que lo necesite, la Fundación LSG está aquí para ayudarte. Puedes escribir al correo fundacionlsg@email.com o asistir a las reuniones que se celebran el último domingo de cada mes, a las 3 de la tarde, en la parroquia local.
Un mensaje final de Luis
«Cuando sufrí mi accidente, pensé que mi vida había terminado. Hoy sé que no es así. La rehabilitación es posible, pero requiere esfuerzo y paciencia. No es necesario quedarse encamado toda la vida; puedes mejorar y volver a funcionar, aunque quizás no como antes, pero sí de una manera que te permita tener calidad de vida y autonomía».
La historia de Luis Salazar no solo es un testimonio de resiliencia, sino también una inspiración para todos aquellos que enfrentan retos similares. Su trabajo con la Fundación LSG continúa marcando la diferencia, demostrando que con apoyo, terapia y determinación, es posible salir adelante.
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