Lamento crónico: ¿sabes qué es?
La vida no es color de rosa o como muchos la hacen ver, fácil. Es común escuchar a las personas quejarse de algunas situaciones de la vida cotidiana, por ejemplo frases como «no tengo dinero», respuestas evasivas como «ahí vamos» cuando preguntas cómo están, o simplemente un sinfín de lamentos sobre los problemas del día a día. Esto, aunque muchas veces se hace de manera inconsciente, genera un desgaste emocional tanto en quien se queja como en quien escucha esas quejas.
A esto se le conoce como “lamento crónico”, una condición que se ha demostrado que tiene un impacto significativo en la salud emocional, mental e incluso física de quienes se quejan o de quienes reciben estos comentarios. Esto se presenta como un fenómeno casi universal ya que las personas sienten insatisfacción, frustración y malestar frente a muchas circunstancias de la vida que hacen parte de la naturaleza humana.
¿Existen investigaciones?
Algunos expertos consideran que quejarse, actúa como un mecanismo de afrontamiento a través del cual podemos liberar tensión o buscar validación. Esta es una situación que ha empeorado a raíz del uso y abuso de las redes sociales donde se evidencia que muchos quieren tener una vida de sueño, pero en la realidad está sucediendo otro tipo de cosas.
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La neurociencia se ha encargado en los últimos años de estudiar este tipo de fenómenos, aún así se requieren muchos más estudios para poder encontrar más consecuencias sobre esta actitud. Ahora bien, la neurociencia se ha adentrado en la etiología y las consecuencias de la queja. En muchas investigaciones se ha confirmado que el cerebro está diseñado para identificar amenazas y problemas, esto explica por qué es tan fácil centrarse en lo negativo y por qué algunos individuos se quejan más que otros.
Esto sucede ya que el cerebro se fija en lo negativo como un método para enfrentarse a un problema real y, de esta manera, aumentar su mecanismo para poder defenderse. Otros estudios señalan que el acto de lamentarse puede provocar cambios estructurales en el cerebro, que a su vez provocan problemas en la resolución de problemas y la función cognitiva. Ahora bien, se ha observado que quejarse cotidianamente se correlaciona con la sintomatología ansioso – depresiva.
4 estrategias para cambiar de actitud
- Prestar atención a nuestras palabras
- Practicar la gratitud
- Buscar soluciones
- Establecer límites con los demás
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