¡Imagina un día sin visión! Importancia de la visita temprana al oftalmólogo
La salud del ojo es esencial para mantener su capacidad visual, que es esencial para la calidad de vida y la autonomía personal. Para mantenerla, es necesario someterse a exámenes médicos periódicos para prevenir y diagnosticar cualquier problema que pueda surgir.
¿Qué es el examen oftalmológico?
El examen oftalmológico es un acto médico que consiste en una serie de pruebas realizadas por el oftalmólogo u optómetra con las que se persiguen distintos fines; a saber, prevenir o diagnosticar y posteriormente tratar enfermedades que afectan al sistema visual. El examen oftalmológico es, por lo tanto, algo más que un simple control de la agudeza visual.
Un examen ocular puede ser un examen de primer nivel (el primer examen o una revisión) o un examen de segundo nivel (y como tal se conoce también como examen superespecializado; el propósito principal de este es tratar una condición ocular específica que se sospecha o se ha identificado previamente).
Excluyendo los casos particularmente complejos o delicados, la duración media de un examen oftalmológico es de entre 20 y 30 minutos; en el caso del primer examen, la duración podría ser mayor porque el oftalmólogo suele redactar una ficha que contiene toda la información necesaria para enmarcar el caso del paciente; y que será de considerable utilidad durante los exámenes posteriores.
Examen ocular para niños
Muchos padres se preguntan cuál es el momento adecuado para llevar a su hijo al oftalmólogo; por regla general, salvo en casos especiales que pueden requerir una intervención rápida, se sugiere que se realice un examen ocular antes de que el niño tenga 3 años; y, en cualquier caso, antes de que entre en el jardín de infancia. Posteriormente, se debe realizar otro examen antes de que el niño comience a asistir a la escuela primaria, es decir, alrededor de los 6 años.
Después, si no hay problemas particulares (a veces son los profesores los que se dan cuenta de que el niño tiene una discapacidad visual), se deben programar exámenes oculares cada dos años hasta la edad de 16 años. El período entre los 6 y los 16 años de edad es fundamental para el desarrollo de los ojos; y las revisiones visuales periódicas no son despreciables para la detección temprana de problemas visuales.
Examen de la vista para adultos
Los adultos (los mayores de 16 años) deben, en caso de no tener problemas particulares, hacerse un chequeo cada 5 años; esto es hasta que cumplan los 40 años de edad. En el período comprendido entre los 40 y los 50 años de edad, se debe realizar un examen para poner de relieve los problemas de la presbicia. Se trata de una perturbación visual causada por la disminución fisiológica de la capacidad de enfocar objetos a corta distancia (el síntoma más común es la dificultad para leer de cerca); en muchos casos, en los sujetos que no experimentan perturbaciones visuales, la presbicia aparece alrededor de los 45 años de edad.
Después de los 50 años se recomienda un examen oftalmológico para poner de relieve la posible presencia de glaucoma; después de los 60 años, se recomienda un examen oftalmológico cada dos años aproximadamente.
En los adultos, el estilo de vida también es muy importante; algunas patologías, que en la mayoría de los casos están vinculadas a un estilo de vida poco saludable (por ejemplo, la diabetes mellitus y la hipertensión), pueden tener repercusiones muy graves para la salud del sistema visual. Por ejemplo, la retinopatía diabética, la complicación ocular más frecuente de la diabetes mellitus.
¿Por qué la prevención es tan importante para nuestros ojos?
La mayoría de las lesiones oculares tienen un curso lento e insidioso; y el paciente no se da cuenta de que tiene el problema hasta que se manifiesta sintomáticamente. Además, hay un porcentaje muy alto de prepatologías que, con un examen minucioso, pueden ser identificadas.
Independientemente de que se experimenten o no síntomas que puedan estar relacionados con un problema de visión, se debe realizar un examen ocular a intervalos regulares; de hecho, muchas enfermedades oculares son asintomáticas (o dan señales de sí mismas cuando ya están en una etapa avanzada); y un examen ocular periódico es la mejor manera de intervenir tempranamente.
El oftalmólogo puede así hacer un diagnóstico preciso del problema y frenar su evolución con las terapias más adecuadas. Un buen examen oftalmológico, junto con exámenes instrumentales precisos, también puede detectar la presencia de trastornos oculares relacionados, por ejemplo, con la hipertensión y la diabetes.
Nuestros ojos, de hecho, no solo nos permiten ver y, por lo tanto, vivir de la mejor manera posible todo lo que sucede a nuestro alrededor, sino que también pueden mostrar lo que sucede dentro de nosotros.
Y si, en general, el dicho de que «más vale prevenir que curar» sigue siendo válido, lo es aún más en el campo de la oftalmología.