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¿Adiós a las llamadas? La generación que prefiere el silencio del teléfono

¿Recuerdas cuando el teléfono sonaba y la emoción se apoderaba de la casa? Cualquiera que creciera en las décadas de los ochenta o noventa recordará las disputas por responder primero, las largas charlas con amigos o familiares, y las conversaciones que, muchas veces, se extendían hasta que alguien pedía la línea. Hoy, esa imagen parece casi surrealista para muchos jóvenes de la generación Z y los millennials. Para ellos, un teléfono que suena es más bien una fuente de ansiedad.

En la actualidad, una buena parte de los jóvenes entre 18 y 34 años optan por dejar que la llamada se pierda en el buzón de voz o prefieren contestar a través de un mensaje de texto. La razón es simple: las llamadas generan incomodidad, requieren respuestas rápidas y a menudo vienen sin previo aviso, interrumpiendo su día. Según una encuesta reciente realizada por Uswitch, el 25% de las personas en ese rango de edad nunca contesta una llamada telefónica.

Esta actitud frente al teléfono ha generado una gran división generacional. Mientras que los padres de estos jóvenes se habituaron a largas conversaciones por teléfono fijo, la generación actual ha forjado sus relaciones a través de mensajes escritos, emojis y notificaciones. La preferencia por la comunicación asíncrona, donde el ritmo de la conversación lo decide cada uno, se ha convertido en la nueva norma.

Pero, ¿qué implica esta transformación en nuestra forma de comunicarnos? ¿Estamos perdiendo habilidades importantes o, simplemente, estamos adaptándonos a los tiempos que corren? 

Lo que dice un reciente estudio

Los jóvenes de hoy en día prefieren la comunicación asíncrona. Una encuesta reciente reveló que una de cada cuatro personas entre 18 y 34 años nunca contesta las llamadas telefónicas. Simplemente dejan que suene, la ignoran, o buscan en internet si reconocen el número. Y en el caso de que contesten, es probable que respondan vía mensaje de texto, una forma de comunicación que sienten más cómoda y controlada.

Según la encuesta realizada por Uswitch a 2.000 personas, cerca del 7% de los jóvenes entre 18 y 35 años prefiere siempre un mensaje antes que una llamada. Para las generaciones mayores, este cambio puede parecer incomprensible. Para ellos, el teléfono ha sido un canal de comunicación directo e inmediato; un reflejo de los días cuando, durante los años de su juventud, peleaban por el uso de la línea fija con sus hermanos. Todos los miembros de la familia escuchaban las conversaciones y el teléfono era la vía para compartir risas, enfados y secretos.

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A medida que la tecnología ha evolucionado, también lo ha hecho nuestra manera de relacionarnos con el teléfono. Para los jóvenes, el sonido del timbre puede ser incluso inquietante. La doctora Elena Touroni, psicóloga consultora, explica que, dado que los jóvenes no han desarrollado el hábito de hablar por teléfono, una llamada inesperada les parece «extraña», como algo fuera de lugar. Más de la mitad de los encuestados por Uswitch confesaron que una llamada imprevista les hace pensar en malas noticias. Después de todo, ¿quién llama hoy en día si no es algo urgente?

El miedo a las llamadas telefónicas tiene una raíz profunda en la sensación de incomodidad. Jack Longley, de 26 años, admite que nunca responde a números desconocidos: «Podrían ser estafadores o telemercadeo. Es más fácil simplemente ignorarlo». Para muchos jóvenes, la llamada se percibe como una invasión de su tiempo personal, mientras que un mensaje de texto ofrece el espacio necesario para procesar la información y responder con calma y deliberación.

Sin embargo, la tendencia no implica que los jóvenes no estén en contacto con sus amigos. Es todo lo contrario: las conversaciones ahora ocurren a un ritmo propio, lleno de notificaciones, emojis y memes. Aunque las llamadas telefónicas tradicionales han perdido popularidad, otras formas de comunicación auditiva han encontrado su hueco. Las notas de voz, por ejemplo, dividen a la generación actual: algunos las consideran una evolución natural, más cercana y personal que un texto, mientras que otros, como yo, las ven como una prueba de paciencia.

Algunos psicólogos, como Eloise Skinner, han señalado que las llamadas requieren una intimidad que muchos jóvenes prefieren evitar. El hablar en tiempo real no permite ediciones, correcciones o pensamientos adicionales. La comunicación a través de mensajes escritos o notas de voz nos permite controlar mejor el ritmo y el tono de la conversación.

La «fobia» al teléfono ha trascendido incluso al ámbito laboral. Henry Nelson-Case, un abogado millennial, explica que la ansiedad proviene de la posibilidad de «quedar expuesto» o no tener las respuestas correctas al momento. Las llamadas se sienten como una pérdida de tiempo, algo que podría haber sido resuelto mediante un correo electrónico o un simple mensaje de texto. En un entorno donde la eficiencia es clave, muchos empleados jóvenes eligen evitar las llamadas en favor de formas de comunicación más rápidas y menos invasivas.

La adaptación no significa perder. Significa evolucionar. Y, tal vez, es momento de aceptar que el poder de los mensajes de texto es, hoy por hoy, una nueva forma de conectar.

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Redacción BeHealth

Grupo multimedios especializado en promover la preservación de la salud física, mental y emocional.

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