El karma que estás creando
Del “karma” se ha dicho de todo. El problema es que son muchos los que hablan del “karma” pero no todos saben de qué rayos están hablando. Así que quiero dedicar esta columna a explicar lo que yo entiendo de este concepto. Para comenzar, el karma es lo que ocurre cuando se manifiesta la Ley de Causa y Efecto. Esta es la ley universal que dice que nada ocurre por casualidad, sino que, por el contrario, todo es consecuencia de una causa anterior.
Pero hay diferentes interpretaciones del karma. Están los que no creen en la reencarnación, pero sí en el karma, y entienden que lo que en esta vida se hace, positivo o negativo, en esta vida se paga o se premia. Aquellos que creemos en la reencarnación, entendemos que lo que estamos viviendo hoy puede fácilmente ser el resultado de acciones, pensamientos o palabras de vidas anteriores. Pero aún entre los que creen en la reencarnación, la visión del “karma” puede ser diferente. En el hinduismo, por ejemplo, se cree que las circunstancias en las que naces, si son negativas, como extrema pobreza o enfermedades, debes aceptarlas y no tratar de salir de ellas porque son un designio divino. Este concepto cultural/religioso en la India está cambiando lentamente, pero todavía está bien arraigado.
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En el budismo, sin embargo, se cree que las circunstancias en las que nacemos, a pesar de ser un resultado de nuestro comportamiento en vidas anteriores, deben ser la motivación para superarnos, pero sobre todas las cosas, para hacernos entender la necesidad de crear buen karma ayudando y sirviendo a los demás. Como ven, son dos interpretaciones completamente diferentes. Además, el karma no se ve como un “castigo”, sino como la forma en que se nos presenta la oportunidad de aprender lo que no aprendimos, restituir acciones negativas que pudimos haber realizado, o de balancear aquello que desbalanceamos física o emocionalmente.
Contrario a lo que muchos piensan, el karma no es solo lo que nos ocurre o deja de ocurrir. Son manifestaciones del karma el lugar y la familia en la cual naciste; tus atributos físicos y tus enfermedades o condiciones; los apegos o adicciones que puedas tener; las relaciones que atraes a tu vida, positivas o negativas, y hasta tu genética, porque sí, tus antepasados son parte de tu karma. Uno puede escoger ver sus circunstancias como suerte o maldición o entender que no vienen en un vacío, sino que son el resultado de nuestros comportamientos positivos y/o ignorantes.
Yo prefiero pensar que lo que me ha tocado vivir no es resultado de un “A Dios que reparta suerte”, sino de mis propias acciones. Y esa forma de pensar me ha ayudado a tomar responsabilidad por mis acciones y dejar de culpar a otros por mis circunstancias.
Si bien es cierto que del karma nadie se salva, creas o no en la reencarnación, también es cierto que podemos neutralizar el karma negativo que hemos creado generando acciones, pensamientos y palabras positivas. Ah, porque es importante que mencione que las acciones no son lo único que crea karma, nuestras palabras y pensamientos también lo hacen, porque tienen muchísima fuerza.
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Así que comienza desde hoy a soltar la tendencia a culpar a otros por lo negativo que te ha ocurrido. Pregúntate qué puedes aprender de ese momento de sufrimiento, pero, sobre todo, comienza a crear karma positivo: que tus palabras, acciones y pensamientos sean éticos, empáticos y compasivos. Que, si no puedes aliviarle el sufrimiento a alguien, por lo menos no hagas nada para hacerlo peor. Perdona, ama, y disfruta la vida que tienes, porque es la que tú has creado, te guste o no. Mi deseo para ti es que aparezcan cada vez más oportunidades para crear buen karma, y que escojas hacerlo. Bendiciones…