Conoce las diferentes fases de la esquizofrenia
La esquizofrenia tiene un curso variable, dependiendo del paciente. Así las diferentes fases de la enfermedad están marcadas por características específicas.
Síndrome o fase prodrómica
El primer episodio suele producirse de forma inesperada. Esto no significa, sin embargo, que no se haya anunciado, pero los primeros signos son demasiado vagos para que se pueda pensar de inmediato en la presencia de una psicosis, aunque se hayan identificado ciertos signos.
El período durante el cual se manifiestan los signos de alarma de la enfermedad se denomina «síndrome» o «fase prodrómica». Un comportamiento inusual, tendencia a aislarse, pereza generalizada, tendencias depresivas, son signos de perturbaciones psicológicas que se instalan insidiosamente.
El mejor indicador de la aparición de la enfermedad es la sensación compartida por los familiares de que se está produciendo un cambio en la forma de ser de la persona. Este cambio puede ir acompañado de otros síntomas, como una mayor dificultad para concentrarse en una tarea o trabajo específico, un mayor nerviosismo al socializar o enfrentarse a situaciones inesperadas, diversos grados de fatiga, sentimientos de miedo o ansiedad que no están justificados, pérdida de memoria y una sensación de que la mente está abrumada con información sin sentido. La psicosis no suele estar presente en este momento.
Fase activa o aguda
La fase activa de la enfermedad es cuando los síntomas positivos de la esquizofrenia se manifiestan de forma aguda. Delirios, alucinaciones, sensación de extrañeza y comportamientos extraños son algunas de las manifestaciones que suelen darse durante estos periodos de la condición.
Se dice entonces que la persona está en crisis y, en este caso, necesita ser tratada. La hospitalización es a menudo esencial, ya que los síntomas pueden llegar a ser tan graves que deben ser atendidos por un equipo médico capacitado.
Fase residual
Esta es la fase que sigue a un episodio agudo de la enfermedad. Con la medicación adecuada, la persona suele recuperar cierto equilibrio, con solo unos mínimos signos de la esquizofrenia.
Los síntomas positivos se reducen considerablemente, si no se eliminan por completo, pero los síntomas negativos pueden persistir de forma crónica. Durante este periodo de la condición, la persona tiene dificultades para cumplir con sus compromisos habituales: tiende a alejarse, tiene dificultades para establecer vínculos afectivos y muestra cierta incapacidad para reintegrarse en la sociedad y en el trabajo, pero al mismo tiempo mantiene un ritmo de vida aceptable, lejos de la agitación emocional experimentada durante la fase aguda de la enfermedad.
Fase de recuperación
El paciente llega a la fase de recuperación cuando su estado se estabiliza. Los síntomas se controlan y la persona es capaz de recuperar la capacidad de actuar. Este período de estabilización es propicio para el desarrollo de un plan integral de seguimiento, reintegración social y relaciones familiares.
Una vez que las capacidades de la persona han mejorado, puede comenzar un programa de rehabilitación, un programa destinado a recuperar la autonomía funcional, volver a la escuela o al trabajo; en resumen, poder llevar una vida lo más satisfactoria posible.
El ritmo de recuperación varía de una persona a otra; sin embargo, es importante señalar que para cualquier persona que sufra esquizofrenia, la medicación es necesaria para mantener la estabilidad, incluso en ausencia de síntomas.