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5 cosas que debes saber sobre la arteriopatía periférica

La arteriopatía periférica (AP) es una enfermedad que afecta a hasta 12 millones de estadounidenses, en la que el estrechamiento de las arterias reduce el flujo sanguíneo a las extremidades debido a la acumulación de placa. A pesar de su prevalencia, la mayoría de las personas no saben que la padecen ni conocen los riesgos asociados, como el aumento del riesgo de amputación, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.

Según el Dr. Richard Browne, Director Médico de Asuntos Médicos Cardiovasculares y del Metabolismo de Johnson & Johnson, existe un desconocimiento significativo sobre la enfermedad. A continuación, te presentamos algunos aspectos interesantes que te ayudarán a comprender mejor la arteriopatía periférica (AP).

1. Las personas de raza negra tienen el mayor riesgo de padecer arteriopatía periférica

Los negros tienen el doble de probabilidades de desarrollar arteriopatía periférica en comparación con los blancos, y hasta cuatro veces más de sufrir una amputación relacionada con la enfermedad, según el Dr. Browne. Esto se debe a que los negros tienen más factores de riesgo tradicionales, como hipertensión, tabaquismo y diabetes de tipo 2, y también enfrentan disparidades de atención médica. 

Además, los pacientes negros tienen más probabilidades de que se ignoren sus síntomas, lo que significa que pueden no ser diagnosticados hasta que la enfermedad está más avanzada y requiere una amputación. Los hispanos también son más propensos a desarrollar complicaciones y tener peores resultados. Es importante tener en cuenta que más del 70% de los pacientes que sufren una amputación mueren en un plazo de tres años.

2. La arteriopatía periférica puede ser asintomática

El dolor en la pierna al caminar o subir escaleras es el síntoma clásico de la arteriopatía periférica, pero según los Institutos Nacionales de la Salud, hasta el 50% de las personas con esta enfermedad no experimentan ningún síntoma.

«La insidiosidad de la arteriopatía periférica radica en que incluso los pacientes asintomáticos corren el riesgo de sufrir complicaciones derivadas de esta enfermedad, como úlceras, infecciones e incluso amputaciones», afirma la Dra. Lyssa Ochoa, cirujana vascular y directora general de la Clínica Vascular y Endovascular de San Antonio.

Además del dolor al caminar, otros síntomas de la arteriopatía periférica incluyen pies o dedos fríos, cambios en la coloración de la piel, debilidad o entumecimiento de las piernas que dificultan el caminar, piel con aspecto brillante debido a la pérdida de vello en las piernas y llagas o heridas en las plantas de los pies que no cicatrizan. Si experimenta alguno de estos síntomas, es importante informar inmediatamente a su médico.

3. La arteriopatía periférica es fácil de diagnosticar

El médico puede utilizar una prueba sencilla y no invasiva conocida como índice tobillo-brazo (ITB) para detectar la mala circulación comparando la tensión arterial de los brazos y las piernas. 

«Por ejemplo, si una persona tiene arteriopatía periférica, puede presentar una tensión arterial de 100 en el brazo, pero sólo de 60 en la pierna, lo que daría como resultado un ABI de 0,6. Un ITB inferior a 0,9 es un fuerte indicador de la presencia de arteriopatía periférica», explica el Dr. Browne.

Sin embargo, esta no es la única prueba que su médico puede utilizar para diagnosticar o detectar la arteriopatía periférica. El médico también tomará su historial médico detallado y realizará una exploración física completa, que incluye la comprobación de la debilidad del pulso en las piernas o la presencia de ruidos anormales que puedan indicar un flujo sanguíneo deficiente. Otras pruebas, como la ecografía Doppler o la angiografía por tomografía computarizada (ATC), pueden confirmar el diagnóstico y localizar la zona precisa de obstrucción de los vasos sanguíneos.

4. Existe una relación entre la arteriopatía coronaria y la arteriopatía periférica

La enfermedad coronaria y la arteriopatía periférica están estrechamente relacionadas, ya que ambas se originan a partir de la acumulación de depósitos grasos en las arterias, también conocida como aterosclerosis. Según el Dr. Browne, si ya sufre de enfermedad coronaria, tiene una probabilidad del 33% de padecer también arteriopatía periférica. Además de la enfermedad coronaria, existen otros factores de riesgo para la arteriopatía periférica, entre ellos:

  • Edad: cuanto mayor sea la edad, mayor será el riesgo de padecer arteriopatía periférica.
  • Tabaquismo: los fumadores o aquellos con antecedentes de tabaquismo tienen hasta cuatro veces más probabilidades de padecer arteriopatía periférica.
  • Hipertensión arterial: la presión arterial alta ejerce presión sobre el revestimiento interno de los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de acumulación de placa en las paredes arteriales.
  • Diabetes: aproximadamente una de cada tres personas diabéticas mayores de 50 años padece arteriopatía periférica.
  • Colesterol elevado: el exceso de colesterol y grasas en la sangre aumenta la formación de placa, lo que puede bloquear el flujo sanguíneo hacia las extremidades.

5. Puedes vivir una vida larga y plena con arteriopatía periférica

La arteriopatía periférica no tiene cura, y una vez que se diagnostica, se debe aprender a vivir con ella mediante tratamientos que ayudan a controlar la enfermedad. Estos tratamientos incluyen cambios en el estilo de vida, como seguir una dieta saludable rica en frutas, verduras, cereales integrales y productos lácteos bajos en grasa; mantenerse activo mediante un programa de ejercicios supervisados por un médico; dejar de fumar si fuma; y mantener un peso saludable. Perder solo un 5% de peso corporal puede reducir las posibilidades de desarrollar factores de riesgo como la hipertensión o el colesterol alto.

Además, se pueden utilizar medicamentos para tratar la arteriopatía periférica y controlar otros trastornos que pueden empeorarla, como el colesterol alto o los niveles de glucosa en sangre. Los médicos pueden recomendar antiagregantes plaquetarios como la aspirina, fármacos para reducir el colesterol como las estatinas o medicamentos para la tensión arterial como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) o los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA) para evitar el estrechamiento de los vasos sanguíneos.

En casos en los que el flujo sanguíneo en una extremidad está bloqueado, puede ser necesario realizar procedimientos para abrir esos vasos sanguíneos bloqueados. La angioplastia es el procedimiento más común, en el cual se utiliza un catéter para abrir una arteria obstruida con un pequeño globo inflado. Si una arteria está completamente obstruida, puede ser necesaria una cirugía de bypass, en la que se utiliza una vena de otra parte del cuerpo para redirigir el flujo sanguíneo alrededor de la arteria obstruida.

Fuente: Johnson and Johnson

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