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Cuidado óseo y cutáneo en la enfermedad inflamatoria intestinal

La piel y los huesos son dos componentes fundamentales, aunque a menudo descuidados, en el abordaje de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). Con estadísticas que revelan que hasta el 25% de las personas con EII desarrollan osteoporosis y que alrededor del 15% sufren de afecciones cutáneas, la importancia de su cuidado no puede ser subestimada.

A través de la adopción de hábitos de vida saludables y el respaldo continuo de profesionales de la salud y seres queridos, aquellos que enfrentan la EII pueden trazar una senda hacia la esperanza, la curación y la plenitud.

El cuidado integral en la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) implica no solo abordar los síntomas intestinales, sino también atender las necesidades de todo el cuerpo. Con cada vez más evidencia respaldando la conexión entre la salud intestinal, la piel y los huesos, es crucial adoptar un enfoque holístico para mejorar la calidad de vida de quienes viven con EII.

Conoce: Estrategias para mejorar la calidad de vida en familias con EII

A través de la adopción de hábitos de vida saludables y el apoyo continuo de profesionales de la salud y seres queridos, aquellos que enfrentan la EII pueden encontrar una senda hacia la esperanza, la curación y la plenitud.

Desafíos del paciente

Los pacientes con EII enfrentan un mayor riesgo de desarrollar osteoporosis y osteopenia, condiciones caracterizadas por una disminución de la densidad ósea. Este aumento del riesgo se atribuye a diversos factores, entre ellos la inflamación crónica, la malabsorción de nutrientes, la inactividad física y el uso prolongado de medicamentos como los corticosteroides.

Las consecuencias de una salud ósea comprometida en pacientes con EII pueden ser significativas. El riesgo de fracturas óseas aumenta, lo que puede impactar en la calidad de vida y aumentar la morbimortalidad de estos individuos. Además, las deficiencias nutricionales, especialmente de calcio y vitamina D, son comunes debido a la malabsorción intestinal, lo que contribuye aún más a la pérdida ósea.

Los tratamientos utilizados para controlar la inflamación en la EII también pueden tener efectos adversos en la salud ósea. Los corticosteroides, ampliamente utilizados en el tratamiento de los brotes agudos, se asocian con una disminución de la densidad ósea y un aumento del riesgo de fracturas. Del mismo modo, algunos medicamentos inmunosupresores pueden afectar negativamente la salud ósea a largo plazo.

Sin embargo, existen medidas que pueden ayudar a mitigar estos riesgos y mejorar la salud ósea en pacientes con EII. Una dieta rica en calcio y vitamina D, así como la práctica regular de ejercicio físico, son fundamentales para mantener la salud ósea. Además, es importante realizar una evaluación de la densidad ósea en los pacientes con EII y considerar medidas preventivas, como la suplementación con calcio y vitamina D, cuando sea necesario.

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